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María, modelo de esperanza

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‹‹Dichosa tú que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá›› (Lc 1,45) 

La esperanza es la actitud del hombre que confía en que Dios cumplirá sus promesas de paz y felicidad sembradas a lo largo de la historia.

La historia de la salvación que se encuentra en la Biblia, es una historia de confianza y esperanza. Dios prometió a Adán la venida de un Salvador para liberar al hombre de su pecado; y desde entonces el hombre ha venido confiando en Dios. Todas esas promesas y alianzas hechas entre Dios y el hombre, nombradas en el Antiguo Testamento, vienen a dar cumplimiento en Jesucristo, el Hijo de Dios que se hizo carne gracias al “sí” de María, un sí lleno de sencillez, fe y confianza.

Fe y esperanza son dos virtudes que están estrechamente unidas, porque quien cree en Dios confía y se abandona a Él; así como un niño cree en el amor y bondad de su madre porque lo cuida y lo trata con amor, y por lo tanto se confía al cuidado maternal de ella, así es para todos nosotros la fe y la esperanza.

Nosotros creemos en Dios porque ante nuestros ojos vemos sus obras, como la creación, la bondad del hombre y, porque creemos en Él, nos abandonamos a su amor, a su bondad y misericordia. Ése es el verdadero sentido que debemos darle en nuestra vida a estas virtudes y para esto contamos con el ejemplo y apoyo de María como nuestra Madre.

María fue una mujer de esperanza y confianza en Dios, porque ante toda prueba o dificultad, su fe permanecía firme, su fe era una roca, sólida, estable, porque su fe estaba fundamentada y sostenida por su amor a Dios. Las dificultades para María eran una oportunidad para demostrarle a Dios que le amaba y que creía en Él y por lo tanto se confiaba a los planes que Dios le mandaba por medio de su Providencia. Un ejemplo de su vida lo podemos ver claramente en el pasaje evangélico de la huida a Egipto. En ese momento María actuó su fe, creyendo que Dios en medio de esos planes “ilógicos” le seguía manifestando su amor, fe que se hizo obras llevándose a Jesús a Egipto, ¿a quien conocían en Egipto? ¿Cómo y con quien iban a vivir? Eran preguntas que no tenían tanta importancia en la vida de María.

Ella no se preocupa por las cosas materiales, porque cree en Dios y su fe le lleva a dar el paso de la confianza y abandono en Él. “Si Dios lo quiere, yo lo quiero, si Dios pensó esto para mí, yo lo acepto, y me pongo en manos de Dios”.

Qué ejemplo de esperanza el de María; ejemplo que nos debe llevar a cambiar en nuestra vidas haciendo un acto de abandono en Dios Nuestro Señor, y un acto de confianza en las pruebas que se nos van presentando en nuestra vida cotidiana, por ejemplo, ante las enfermedades, dificultades económicas, cuando los planes se vienen abajo, cuando tenemos problemas, enfermedades, discusiones con nuestros padres o con nuestros hijos.

Ahí, en esos momentos, es cuando la confianza se hace viva, cuando la fe empieza a hacerse obras, y cuando nosotros actuamos por amor a Dios, no por lógica humana. Debemos aprender a abandonarnos a los planes de Dios.

para reflexionar: ¿Cómo es mi confianza en Dios? ¿Confío sin pedirle pruebas? ¿O confío más en mí mismo y en mis planes? ¿Qué me dice a mí el ejemplo de María?

(fuente: www.virgenperegrina.es)

Mensaje “Urbi et Orbi” de Benedicto XVI en la Navidad del Señor

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Martes 25 Dic 2012 Ciudad del Vaticano (AICA) Este mediodía, en la Solemnidad de la Navidad del Señor, desde la Basílica de San Pedro, Benedicto XVI dirigió el tradicional Mensaje navideño a los fieles presentes en la Plaza de San Pedro y a cuantos lo escucharon a través de la radio y la televisión, tras lo cual impartió la Bendición Apostólica “Urbi et Orbi”. Tras su Mensaje, el Santo Padre expresó su felicitación por la Navidad, en este Año de la fe, con las palabras tomadas del Salmo 85: “La verdad brota de la tierra”.

La Verdad a la que no le basta el cielo –dijo el Papa– ha brotado de la tierra para ser colocada en un pesebre. Y se preguntó ¿en bien de quién vino con tanta humildad tan gran excelsitud? Ciertamente –respondió–, no vino para bien suyo, sino nuestro, a condición de que creamos”.

“A condición de que creamos”. Ahí está el poder de la fe. Dios ha hecho todo, ha hecho lo imposible, se ha hecho carne. Su omnipotencia de amor ha realizado lo que va más allá de la comprensión humana, el Infinito se ha hecho niño, ha entrado en la humanidad. Y sin embargo, este mismo Dios no puede entrar en mi corazón si yo no le abro la puerta”.

“Porta fidei. La puerta de la fe. Podríamos quedar sobrecogidos, ante nuestra omnipotencia a la inversa. Este poder del hombre de cerrarse a Dios puede darnos miedo. Pero he aquí la realidad que aleja este pensamiento tenebroso, la esperanza que vence el miedo: la verdad ha brotado. Dios ha nacido. “La tierra ha dado su fruto” (Sal 67,7). Sí, hay una tierra buena, una tierra sana, libre de todo egoísmo y de toda cerrazón. Hay en el mundo una tierra que Dios ha preparado para venir a habitar entre nosotros. Una morada para su presencia en el mundo. Esta tierra existe, y también hoy, en 2012, de esta tierra ha brotado la verdad. Por eso hay esperanza en el mundo, una esperanza en la que poder confiar, incluso en los momentos y en las situaciones más difíciles. La verdad ha brotado trayendo amor, justicia y paz.

Al pedir que “la verdad brote para la población de Siria, profundamente herida y dividida por un conflicto que no respeta ni siquiera a los enfermos y cosecha víctimas inocentes”, el Pontífice hizo una vez más un llamamiento para que “cese el derramamiento de sangre, se faciliten las ayudas a los prófugos y a los desplazados y, a través del diálogo, se alcance una solución política al conflicto”.

“Que la paz brote en la Tierra donde nació el Redentor”, dijo también el Papa, y él conceda “a israelíes y palestinos la valentía de poner fin a tantos años de luchas y divisiones, y emprender con decisión la vía de la negociación”.

Que en los países del Norte de África, prosiguió, que atraviesan una profunda transición en la búsqueda de un nuevo futuro –en particular en Egipto, la amada tierra bendecida por la infancia de Jesús– “los ciudadanos construyan juntos sociedades basadas en la justicia, el respeto de la libertad y la dignidad de cada persona”.

Del mismo modo deseó “que la paz brote en el vasto continente asiático. Que el Niño Jesús mire con benevolencia a los numerosos pueblos que habitan en aquellas tierras y, de modo especial, a cuantos creen en él”.

“Que el Rey de la Paz dirija su mirada a los nuevos dirigentes de la República Popular China –añadió Su Santidad– en el alto cometido que les espera”. Y expresó sus mejores deseos de que en esta misión “se valore la contribución de las religiones, respetando a cada una de ellas, de modo que puedan contribuir a la construcción de una sociedad solidaria, para bien de ese noble pueblo y del mundo entero”.

De la misma manera rogó “que la Navidad de Cristo favorezca la vuelta de la paz en Mali y de la concordia en Nigeria, donde crueles atentados terroristas continúan causando víctimas, particularmente entre los cristianos”. “Que el Redentor ayude y consuele a los prófugos del Este de la República Democrática del Congo y conceda la paz a Kenia, dijo también el Papa, donde sangrientos atentados han golpeado la población civil y los lugares de culto”; sin olvidar nuestro continente:

Que el Niño Jesús bendiga a los numerosos fieles que lo celebran en Latinoamérica. Que haga crecer sus virtudes humanas y cristianas, sostenga a cuantos se han visto obligados a emigrar lejos de su familia y de su tierra. Que fortalezca a los gobernantes en su compromiso por el desarrollo y en la lucha contra la criminalidad.

Y concluyó afirmando: “Queridos hermanos y hermanas, amor y verdad, justicia y paz se han encontrado, se han encarnado en el hombre nacido de María en Belén. Ese hombre es el Hijo de Dios, es Dios que ha entrado en la historia. Su nacimiento es un brote de vida nueva para toda la humanidad. Que todas las tierras sean una tierra buena, que acoge y hace brotar el amor, la verdad, la justicia y la paz. Feliz Navidad”.

Benedicto XVI deseó Feliz Navidad en 65 idiomas, comenzando por el italiano y terminando en latín, en que dijo “Veritas de terra orta est!”, es decir “La verdad ha brotado de la tierra”; dejando a los habitantes de la nación italiana una recomendación:

¡Feliz Navidad a los habitantes de Roma y de toda Italia! Con el nacimiento de Jesús ha aparecido en el mundo el amor de Dios por los hombres. Que este amor, que la fiesta natalicia de hoy nos hace contemplar, favorezca el espíritu de colaboración por el bien común, induzca a reflexionar sobre la jerarquía de valores con los que llevar a cabo las elecciones más importantes, reavive la voluntad de ser solidarios y dé a todos la esperanza que viene de Dios.

A cuantos me escuchan –dijo el Papa antes de impartir su bendición “Urbi et Orbi”, a la ciudad y al mundo, hablando en español, Su Santidad dijo:

¡Feliz Navidad! Que la Paz de Cristo reine en sus corazones, en las familias y en todos los pueblos.+

Los santos inocentes

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La consulta bien intencionada de aquellos Magos que llegaron de Oriente al rey fue el detonante del espectáculo dantesco que organizó la crueldad aberrante de Herodes a raíz del nacimiento de Jesús.

Habían perdido el brillo celeste que les guiaba, llegó la desorientación, no sabían por donde andaban, temieron no llegar a la meta del arduo viaje emprendido tiempo atrás y decidieron quemar el último cartucho antes de dar la vuelta a su patria entre el ridículo y el fracaso.

Al rey le produjo extrañeza la visita y terror la ansiosa pregunta sobre el lugar del nacimiento del Mesías; rápidamente ha hecho sus cálculos y llegado a la conclusión de que está en peligro su status porque lo que las profecías antiguas presentaban en futuro parece que ya es presente realidad. Se armó un buen revuelo en palacio, convocaron a reunión a los más sabios con la esperanza de que se pronunciaran y dieran dictamen sobre el escondrijo del niño "libertador". El plan será utilizar a los visitantes extranjeros como señuelo para encontrarle. Menos mal que volvieron a su tierra por otro camino, después que adoraron al Salvador. Impaciente contó Herodes los días; se irritó consigo mismo por su estupidez; los emisarios que repartió por el país no dan noticia de aquellos personajes que parecen esfumados, y se confirma su ausencia. Vienen los cálculos del tiempo, y contando con un margen de seguridad, le salen dos años con el redondeo.

Los niños que no sobrepasen dos años en toda la comarca morirán. Hay que durar en el poder. El baño de sangre es un simple asunto administrativo, aunque cuando pase un tiempo falten hombres para la siembra, sean escasos los brazos para segar y no haya novios para las muchachas casaderas; hoy sólo será un dolor pasajero para las familias sin nombre, sin fuerza, sin armas y sin voz. Unas víctimas ya habían iniciado sus correteos, y balbuceaban las primeras palabras; otras colgaban todavía del pecho de sus madres. Pero para Herodes era el precio de su tranquilidad.

Son los Santos Inocentes. Están creciendo para Dios en su madurez eterna. Ni siquiera tuvieron tiempo de ser tentados para exhibir méritos, pero no tocan a menos. Están agarrados a la mano que abre la gloria. Aplicados los méritos de Cristo sin que fuera preciso crecer para pedir el bautismo de sangre, como tantos laudablemente hoy son bautizados en la fe de la Iglesia con agua sin cubrir expediente personal. El Bautismo es gracia.

Entraron en el ámbito de Cristo inconscientes, sin saberlo ni pretenderlo; como cada vez que por odio a Dios, a la fe, hay revueltas, matanzas y guerras; en esas circunstancias surgen mártires involuntarios, que aún sin saberlo, mueren revestidos y purificados por la sangre de Cristo, haciéndose compañeros suyos en el martirio; y no se les negará el premio sólo porque ellos mismo, uno a uno, no pudieran pedirlo. En este caso es el sagrado azar providente de caer por causa de Cristo, porque la mejor gloria que el hombre puede dar a Dios es muriendo.

Ya el mismo Jeremías dejó dicho y escrito que "de la boca de los que no saben hablar sacaste alabanza".

Hoy los mayores también hacen bromas en recuerdo del modo de ser juguetón y alegre de aquellos bebés que no tuvieron tiempo de hacerlas; es buena ocasión de hacer agradable la vida a los demás, con admiración y sorpresa, en desagravio del mal que provocó el egoísmo de aquel que tanto se fijó en lo suyo que aplastó a los demás.

(fuente: www.mercaba.org)

Un proyecto solidario que trasciende religiones

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El pasado 25 partió el primer grupo de estudiantes de distintas carreras
con rumbo a la zona de Gualtallary.
Se trata de "Manos a la obra", una iniciativa que si bien es de la Iglesia Católica, agrupa a chicos de todos los credos. Son estudiantes que aportan sus conocimientos académicos en distintas comunidades. Desde el 26 hasta el 30 del corriente mes estarán en Tupungato. Pongámonos "Manos a la obra" dicen cientos de chicos universitarios cada fin de año. Se trata de alumnos de diferentes casas de estudio de la provincia -tanto públicas como privadas- a quienes los moviliza un objetivo en común: traducir su conocimiento académico en hechos concretos con los que puedan ayudar a otras personas.

Esta iniciativa, que empezó en 2006, es organizada por la Pastoral Universitaria de Mendoza (PUM); y, aunque pertenece a la Iglesia Católica, de ella puede participar gente de otros credos e, incluso, quienes no profesen ninguna creencia religiosa. Es el padre Matías Taricco, el cura que -desde el inicio- guía espiritualmente a los chicos.

Este proyecto solidario comenzó -su primera edición- en Lavalle. Allí se misionó durante cuatro años (teniendo lugar siempre en la misma fecha: entre Navidad y Año Nuevo), y luego se realizó en Tupungato, lugar en el que desde hoy y hasta el 30 se hará por última vez. Los estudiantes que participan, que son más de 400, van con la intención de "salir al encuentro de la realidad en la que viven, ofreciendo sus conocimientos y talentos al servicio de una comunidad precisa". En esta tercera realización en ese departamento, los jóvenes fueron convocados bajo el lema "Señalada la huella, hagamos camino".

El encuentro, que bien se podría definir como ecuménico, tiene momentos de "vida interna y externa". Los primeros, tienen que ver con las jornadas de oración, formación, actividades recreativas y de encuentro entre estudiantes de distintas carreras, que apuntan a la reflexión personal y a la integración grupal. Y, vale aclarar, no son obligatorios. Los segundos, en cambio, están relacionados con las acciones específicas destinadas al aporte solidario a la comunidad tupungatina, en base a las distintas ramas disciplinares a las que pertenece cada uno de los chicos.


Ese fueguito que quema

Durante todo el año los chicos que participan del "Manos" -como le dicen los que ya llevan unos cuantos años y se han encariñado con él- han estudiado para rendir materias -parciales y finales-, han cursado, han realizado trabajos prácticos y muchos, incluso, han trabajado simultáneamente. Por eso, la lógica es que a esta altura del año estén estresados y pocos objetivos a corto plazo tengan en mente más que descansar. Sin embargo, hay algo que los mueve, los hace sonreír y armar sus mochilas para salir rumbo al encuentro del otro. Ese "algo", para una gran mayoría, es Cristo Jesús.

Así lo cuenta ellos. "A mí lo que me mueve es hacerlo por Cristo. Cuando uno tiene a Dios en popa, puede seguir caminando sin decaer. Hay momentos que uno se pregunta por qué lo está haciendo. Tomás la decisión con ganas y en el mismo proceso sentís que no querés seguir. Pero nos mueve esto de estar 'locos por Dios' (como decía San Alberto Hurtado), por ese Cristo que nos ama, que nos tiene abrazados todo el tiempo. Es ese amor que uno quiere compartir."

"Dios me amó y yo quiero demostrar ese amor, hacer que mucha gente pueda sentir eso, de la manera que sea. Cada uno con su profesión, con sus talentos; ponerlos al servicio de la forma que uno sabe. Cada cual aporta lo que sabe y entre todos construimos algo más grande. Todos con el mismo fin: construir el cielo en la tierra", cuenta Gonzalo Schiavone (22), estudiante de Diseño Gráfico de la UNCuyo, que participa por quinta vez.

Otra que comenta su experiencia es Luciana Bertiz (20), estudiante de Comunicación Social (UNCuyo): "Es muy lindo ver a la gente feliz por lo que hacemos. El año pasado hicimos un taller con los niños, que les encantó. Ver esa alegría en ellos, de ese amor que le transmitimos por lo que sentimos por nuestra carrera, también a ellos les interesa y los ayuda. Lo más lindo es que la gente espera que vayamos. No es tanto lo que damos, es más lo que recibimos; uno va a misionar pero al final lo terminan misionando. Siempre salimos muy llenos, es una experiencia muy linda y muy rica que te hace empezar el año con toda la fuerza. Yo tengo la oportunidad de estudiar, estos chicos capaz que no. Entonces, tengo la necesidad de recibirme para después poder brindar ese servicio a la comunidad".


Organigrama

En cuanto la forma en la que están organizados, hay un equipo central -conducido por dos- desde el que se desprenden coordinadores que "lideran" cada una de las zonas a las que van a misionar. Para esta edición visitarán: San José, Villa Bastías, Gualtallary, Cordón del Plata, Guadalupe y El Progreso/La Arboleda.

"A su vez nos dividimos por área; de difusión, de recursos, infraestructura y formación y espiritualidad. Por cada zona hay referentes de proyectos. Antes de ir a cada lugar se hace un diagnóstico general y se ve qué comunidad o qué carreras van. Este año son unos 37 proyectos entre las seis zonas", dice Maximiliano Stronati (27), que está en quinto año de Medicina y es el coordinador general del encuentro.

Por su parte, Valentina Montaruli (21) explica qué la moviliza a ella a integrar esta propuesta. "Creo que la razón por la que todos decidimos ir a misionar es porque como cristianos y como estudiantes nos mueve este poder traducir aquello que estamos aprendiendo en la facultad y ponerlo al servicio de la realidad en la que vivimos. Es poder conjugar estos dos aspectos de nuestras vidas y ofrecer algo solidario desde lo que nosotros tenemos o sabemos como estudiantes. Y poder también, como futuros profesionales, irnos preparando para darle una faceta más social a nuestra carrera", sintetiza la joven estudiante de Comunicación Social.

La realidad, es que no todos los chicos que van a Tupungato están convencidos desde un primer momento de que es esto lo que quieren hacer. Pero, volviendo a la idea movilizante, ese "algo" termina convenciéndolos. Damián Villarruel (24), que se está preparando para hacer Locución en la UMaza, confiesa:

"En un principio no me llamaba la atención por la fecha y el calor que hace. Hay que dormir en el piso, levantarse temprano, acostarse tarde y no descansar en el medio. Pero cuando te das cuenta de que el servicio que prestás responde a una necesidad de la gente del lugar, no querés que se termine. Esa necesidad de encontrarme con la gente, con la realidad, me ha movido mucho. Esa realidad que uno ignora por estar acá, metido en una burbuja. Allá le encontrás el sentido a muchas cosas, hacés toda tu rutina de otra forma, se la encomendás a Él. Te das cuenta de que Dios es gigante, que no va a desaparecer la pobreza, pero te va a dar herramientas para que vos vayas a ayudar a esas personas".

Así, este gran grupo de más de 400 estudiantes siguen esa "huella señalada" que seguramente -por sus testimonios- los hará sentir ese "fueguito cristiano" que los ayuda a seguir el camino contra viento y marea. Ellos están ahí, esta vez en Tupungato y la próxima Dios sabrá donde, con el objetivo de brindar su amor y su caridad de la mejor manera posible. Y así, "chiflados por Cristo" (como dice su patrono San Alberto), continuarán trazando sus rutas hasta lograr, de verdad, construir el cielo en la tierra.


LOS PROYECTOS

- La Arboleda /El Progreso

Ingeniería: Arreglar las instalaciones de la escuela "Lindor Castillo". Principalmente el playón de deportes y la sala de computación. Se harán parches de cemento, arreglos en los arcos y pintura de las líneas de la cancha de fútbol y básquet. En la sala de computación se llevará la puesta a punto de las máquinas que sirvan, se agregarán nuevas y también se armará una red.

Indicaron que los chicos de estas comunidades son los principales beneficiados
- Gualtallary

Agronomía: Reutilización de plásticos y otros materiales. Lograr que la gente valore las distintas funciones y alternativas de uso que puede tener un determinado material, potencializando el uso de los mismos de forma que ayuden a generar un ahorro económico al reutilizarlos. Está destinado a los adultos (con quienes se producirán macetas y cajas) y niños (con quienes se realizarán juguetes).

- Villa Bastías

Alimentación y Nutrición: Concientizar a las mujeres embarazadas de los riesgos que trae aparejado una alimentación inadecuada o insuficiente en el período de embarazo para la salud de su hijo. Acompañado de fomentar la lactancia materna y enseñar técnicas de amamantamiento y alimentación complementaria oportuna (ACO).

- Cordón del Plata

Comunicación Social: Realizar una campaña de difusión sobre el cuidado del agua. Se darán a conocer los motivos de la falta de agua en la zona, para evitar el derroche de la misma. Será a través de carteles informativos, panfletos, videos e imágenes ilustrativas.

- Guadalupe

Salud: Trabajar a partir de atención primaria de la salud, realizando controles habituales de presión y glucemia, necesarios para prevenir la aparición de enfermedades crónicas en la comunidad, o tratarlas -en caso de que existiesen- con la finalidad de colaborar con la historia clínica de los vecinos del lugar. También se harán talleres educativos para concientizar acerca de los cuidados en el embarazo y neonatales, salud ambiental e higiene personal.

- San José

Derecho: Abordar problemáticas profundas como la violencia de género y el aborto, intentando educar y generar valores sociales que sirvan para contrarrestar la escalada de desestimación que han sufrido bienes jurídicos básicos como la integridad y la vida. Contará con servicios básicos como el registro civil móvil y el móvil de asesoría jurídica gratuita, facilitando así el acceso a la justicia y al ejercicio de sus derechos y deberes civiles.

(fuente: www.losandes.com.ar)

Jornadas Mundiales de la Juventud: Un sueño del Corazón de Dios

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Todo comenzó con un encuentro promovido por el Papa Juan Pablo II en 1984.Fue un encuentro de amor, soñado por Dios y abrazado por los jóvenes.

Voces que necesitaban ser escuchadas y un corazón listo para acogerlas.

La Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), como fue denominada a partir de 1985, continúa a mostrar al mundo el testimonio de una fe viva, transformadora y a mostrar el rostro de Cristo en cada joven.

Son ellos, los jóvenes, los protagonistas de este gran encuentro de fe, esperanza e unidad. A JMJ tiene como objetivo principal dar a conocer a todos los jóvenes del mundo el mensaje de Cristo, pero es verdad también que atreves de ellos, el ¨rostro¨ joven de Cristo se muestra al mundo.

La Jornada Mundial de la Juventud, que se realiza anualmente en las diócesis de todo el mundo, ofrece a cada 2 o 3 años un encuentro internacional de los jóvenes con el papa, que dura aproximadamente una semana. La última edición internacional de la JMJ fue realizada en agosto de 2011, en la ciudad de Madrid, en España, y reunió más de 190 países.

La XXXVIII Jornada Mundial de la Juventud será realizada del 23 al 28 de julio del 2013 en la ciudad de Rio de Janeiro y tiene como lema ¨Id y haced discípulos entre todas las naciones¨ (Mt 28, 19).

Las JMJs tienen su origen en grandes encuentros con los jóvenes celebrados por el Papa Juan Pablo II en Roma. El Encuentro Internacional de la Juventud, por ocasión del Año Santo de la Redención pasó en 1984, en la plaza de San Pedro, en el Vaticano. Fue allá que el Papa entrego a los jóvenes la cruz que se tornaría uno de los principales símbolos de la JMJ, conocida como la cruz de la jornada.

El año siguiente, 1985, fue declarado Año Internacional de la Juventud por las Naciones Unidas. En marzo hubo otro encuentro internacional de los jóvenes en el Vaticano e en el mismo año el Papa anuncio la institución de la Jornada Mundial de la Juventud.

La primera fue diocesana, en Roma, en el año de 1986. Seguido por los encuentros mundiales: En Buenos Aires(Argentina-1987) – con la participación de 1 millón de jóvenes; en Santiago de Compostela(España-1989)-600 mil ; en Czestochowa(Polonia-1991)-1,5 millones; Denver(Estados Unidos-1993)-500 mil; en Manila(Filipinas-1995)-4 millones; en Paris(Francia-1997)-1 millón; en Roma(Italia-2000)-2 millones; en Toronto(Canada-2002)-800 mil ; en Colonia(Alemania-2005)-1 millón ; en Sídney(Australia-2008)-500 mil; y en Madrid(España-2011)-2 millones.

Más allá del hecho de estar en otros países, con sus encantos turísticos, la participación en la Jornada requiere un cuerpo preparado para la peregrinación y un corazón abierto para las maravillas que Dios tiene reservado para cada uno. Son catequesis, testimonios, acciones, ejemplos de amor al prójimo y a la iglesia, festivales de música e actividades culturales. Al final, un encuentro de corazones que creen movidos por la misma esperanza de que la fraternidad en la diversidad es posible.

(fuente: www.rio2013.com)

Oración de Juan Pablo II, acto de consagración a María en el Jubileo de la Redención

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Madre, como el apóstol Juan, nosotros queremos acogerte en nuestra casa, para aprender de ti a ser como tu Hijo. "¡Mujer, aquí tienes a tus hijos!" Estamos aquí, ante ti, para confiar a tus cuidados maternos a nosotros mismos, a la Iglesia y al mundo entero.

Ruega por nosotros a tu querido Hijo, para que nos dé con abundancia el Espíritu Santo, el Espíritu de verdad que es fuente de vida.

Te encomendamos a todos los hombres, comenzando por los más débiles: a los niños que aún no han visto la luz y a los que han nacido en medio de la pobreza y el sufrimiento; a los jóvenes en busca de sentido.

A las personas que no tienen trabajo y a las que padecen hambre o enfermedad. Te encomendamos a las familias rotas, a los ancianos que carecen de asistencia y a cuantos están solos y sin esperanza.

Oh Madre, que conoces los sufrimientos y las esperanzas de la Iglesia y del mundo, ayuda a tus hijos en las pruebas cotidianas que la vida reserva a cada uno y haz que, por el esfuerzo de todos, las tinieblas no prevalezcan sobre la luz.

A ti, Aurora de la Salvación, confiamos nuestro camino para que bajo tu guía, todos los hombres descubran a Cristo, luz del mundo y único Salvador, que reina con el Padre y el Espíritu Santo por los siglos de los siglos. Amén.

(8 de octubre de 2000, n. 4-5)
(fuente: www.virgenperegrina.es)

"Los padres de Jesús lo encuentran en medio de los maestros"

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Lectura del Santo Evangelio según San Lucas 
(Lc. 2, 41-52) 

Los padres de Jesús solían ir cada año a Jerusalén por las fiestas de Pascua. Cuando Jesús cumplió doce años, subieron a la fiesta según la costumbre y, cuando terminó, se volvieron; pero el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que lo supieran sus padres. Éstos, creyendo que estaba en la caravana, hicieron una jornada y se pusieron a buscarlo entre los parientes y conocidos; al no encontrarlo, se volvieron a Jerusalén en su busca. A los tres días, lo encontraron en el templo, sentado en medio de los maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas; todos los que le oían quedaban asombrados de su talento y de las respuestas que daba. Al verlo, se quedaron atónitos, y le dijo su madre: "Hijo, ¿por qué nos has tratado así? Mira que tu padre y yo te buscábamos angustiados." Él les contesto: "¿Por qué me buscábais? ¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre?" Pero ellos no comprendieron lo que quería decir. Él bajó con ellos a Nazaret y siguió bajo su autoridad. Su madre conservaba todo esto en su corazón. Y Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y los hombres.


Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Este pasaje del Niño perdido en el templo, es un anuncio anticipado de lo que será la vida de este Niño adolescente, que perdiéndose de sus padres se queda en la ciudad Santa, ciudad donde iba a ser condenado y crucificado, hasta dar su vida por nosotros. Cuando lo encuentran lo hacen en medio de los Doctores de la Ley, discutiendo, admirados por su inteligencia y por las respuestas que daba.

Esta es una circunstancia privilegiada para conocer la relación que existía entre madre e Hijo, así vemos a María como mamá, reprendiendo al Hijo que se había aislado del grupo, y el Hijo actúa ya como el Hijo del Padre, haciendo alusión a su relación con Él, dejando claro desde un primer momento, que su referente, y que el sentido de su vida era: el Padre. De ahí, la expresión: “….no sabían que debía ocuparme de las cosas de mi Padre…” (Lc 2,49). A su vez vemos al adolescente Jesús, que obedece y que crece y madura en familia. Aspecto significativo para valorar el rol de la familia en el proceso de crecimiento de cada uno de sus integrantes. Es a partir de este pasaje, donde se toma este texto como reflejo de la SAGRADA FAMILIA, que a su vez es inspiradora para todas las familias.

A la luz de este pasaje, aprovechemos la ocasión para mirarnos como familia, para ver nuestras actitudes y nuestra relación, para así darnos cuenta de la importancia de ser familia. Que este pasaje nos ayude a tomar conciencia de nuestro ser familia y que eso nos estimule a vivir más plenamente nuestra relación y así buscar realizar en nosotros el proyecto de Dios.

Oración Inicial

Pidamos la gracia de poder comprender y valorar el rol de la Familia en el misterio del Niño Dios y que esto nos estimule a valorar aún más el rol de nuestras familias en nuestras vidas.

Niño Dios, hoy que celebramos la fiesta de la Sagrada familia, al verte a ti, perdido en el templo, discutiendo con los doctores de la Ley, vemos a su vez la actitud de María y José, que te buscaban, preocupados y afligidos por ti, porque no te encontraban y cuando lo hicieron, tu Madre, objetó tu actitud y allí manifestaste la conciencia que tenías de la misión que habías recibido del Padre, te pedimos que hoy nos ayudes a valorar lo que significa tener una familia, del don y la gracia que es, para que así crezcamos cada vez más como familia, teniéndote a ti, en el centro, siendo Tú el que nos llenas de tus bendiciones y de tus gracias para que cada vez más te busquemos y así vivamos tu proyecto de amor. Que así sea.


MEDITACIÓN

Profundicemos este pasaje, donde vemos al Niño Dios que comienza a actuar de acuerdo al proyecto del Padre, expresando así la conciencia que tenía de su relación con el Padre.

1. ¿Qué me llama la atención de este pasaje?, ¿qué impresión me causa la actitud y el comportamiento de Jesús, adolescente en Jerusalén (Lc 2,41-52)?

2. ¿Qué está revelando y qué importancia tiene el hecho que Jesús le haya respondido a María: “…¿porqué me buscaban?, ¿no sabían que debía ocuparme de los asuntos de mi Padre?...” (Lc 2,49)?, ¿qué indica y manifiesta con esto?

3. ¿Qué refleja el hecho de que Jesús fuera con María y José a Nazaret (Lc 2,51), y allí iba creciendo espiritual y físicamente (Lc 2,52)?, ¿qué papel tuvieron María y José en este proceso?, ¿qué función tenían?

4. A la luz de este pasaje, ¿qué rol y qué función tiene la familia en el proceso de crecimiento y maduración personal? Hoy en día, ¿qué importancia tiene la familia para la vida de cada individuo y para la sociedad?


CONTEMPLACIÓN

Después de haber visto la actitud del Niño Dios que se pierde en el templo, y ahí dio a conocer la conciencia que tenía de su misión, abrámosle nuestro corazón, para que el Señor nos ayude a valorar lo que significa tener una familia, y como ella es fundamental para cualquier proceso de fe.

Niño Dios, hoy cuando celebramos la fiesta de la Sagrada Familia, donde vemos que Tú no solo has querido nacer de mujer, como todos nosotros, sino que además has querido formar una familia, has querido tener el gozo de sentir la ternura de una Madre, de sentir el calor de su abrazo, la ternura de sus besos, como también la ayuda y el cuidado de un hombre, de José, que te quiso y te cuidó más que un padre, formando así una familia. Tú que has experimentado la bendición de tener una Madre y un hombre que te cuidaran, has venido a mostrarnos la dignidad y la bendición que es tener una familia; nos has hecho ver la importancia de tener esa célula vital de la sociedad como es la familia, para hacernos tomar conciencia del rol que ella tiene, en el proceso de formación de cada niño, donde como Tú reciben las bases para ser una persona de bien. ¡Gracias Niño Dios!, por haber bendecido a todas las familias en la tuya. ¡Gracias por haber derramado tu amor en cada madre y en cada padre de familia, que son un reflejo del amor de Dios!, ¡Gracias Niño Dios porque Tú nos has hecho ver la importancia de la familia! ¡Gracias!

Niño Dios, Tú que experimentaste el amor de una Madre y el cuidado de José, te pedimos por cada una de nuestras familias. Tú bien sabes todo lo que estamos viviendo. Tú conoces lo que estamos pasando. Tú sabes de nuestros dolores y nuestras esperanzas, de nuestros anhelos y de nuestros deseos más profundos. Por eso, Niño Dios, Tú que bien sabes lo que significa el dolor y el sufrimiento, te pedimos que nos ayudes a que nuestra familia, sea un ámbito de paz, donde todos nos comprendamos y nos valores, donde el diálogo y el amor sean nuestros vínculos, que sepamos dar espacio para que el otro crezca, sabiendo que todos estamos pendientes de la opción que haga, y que manifestemos nuestra cercanía y principalmente nuestra adhesión incondicional a cada uno, buscando en todo momento tenerte a ti como nuestro referente, como Aquel que nos ayuda a realizar en nosotros ese proyecto de amor que Tú has venido a plantearnos, a partir de la entrega y del servicio, en el amor al otro. Niño Dios, ven en nuestra ayuda, y bendice a cada uno de nuestras familias, que en estos días santos, podamos crecer como personas y como cristianos, que viendo hasta donde ha llegado el amor que nos tienes, busquemos imitarte para que amando como Tú, nos amemos cada vez más buscando vivir en plenitud el mandamiento del amor, para que así como Tú le dijiste a tu Madre, que debías ocuparte de las cosas de tu Padre, que de la misma manera nosotros como familia nos amemos de manera incondicional así como Tú nos amaste hasta dar la vida por nosotros. Niño Dios bendice a nuestra familia, hoy y siempre. Que así sea.

Niño Dios, Tú que tuviste una Madre y le tuviste a José, para que te ayudaran a crecer, a madurar, a ser quien fuiste, te pedimos de manera especial para que los padres y madres de familia, tengan la ayuda de tu Espíritu Santo, para que tengan la sabiduría de acompañar y aconsejar a sus hijos, que sean compañeros y amigos, cercanos a sus hijos, para que los ayuden a crecer de acuerdo a tus enseñanzas, para que vivan la vida con tus mismos valores, con tus mismos sentimientos, para que como Tú, ellos puedan amar y amar hasta el final. Niño Dios bendice a cada padre de familia, para que como José puedan estar atentos para proteger y cuidar contra cualquier peligro y así como ese santo varón, ellos sean capaces de dar todo para ayudar a sus hijos. De la misma manera, bendice a cada madre, para que ellas tengan el mismo corazón de tu Madre Virgen, para que dando todo el amor que puedan, eduquen a sus hijos en la ternura y la comprensión, en la bondad y el cariño, para que sus hijos vean en sus madres el rostro del Padre. Que así sea.


ACTUAR

Después de haber reflexionado este pasaje y de haber visto como el Señor también quiso tener una familia y allí crecía en gracia y santidad, veamos qué vamos a hacer de ahora en más, para vivir más plenamente la vida familiar, haciendo vida los valores del Evangelio.

- A la luz de este pasaje, de ahora en más, ¿qué puedo hacer para valorar y agradecer el don inestimable de tener una familia?

- Teniendo en cuenta que la familia es un don del cielo, ¿qué podemos hacer para que el vínculo familiar crezca cada vez más, buscando espacios para el diálogo, la comprensión, buscando estar siempre más unidos?

- Como familia, ¿qué podemos hacer para que cada día nos queramos más?, ¿qué hacer para que el amor crezca más y más entre nosotros?

(fuente: www.homiletica.org)

Benedicto XVI y la "falacia profunda" de la ideología de género

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Ciudad del Vaticano (AICA) Entre las demás etapas del año que se acerca a su fin, y que el Pontífice mencionó a la Curia destacó la gran Fiesta de la Familia en Milán. Mientras el último acontecimiento importante de este año, ya en su ocaso, fue el Sínodo sobre la Nueva Evangelización, que ha marcado al mismo tiempo el comienzo del Año de la Fe.

“Me ha llamado, dijo el Papa, la atención que en el Sínodo se haya subrayado repetidamente la importancia de la familia como lugar auténtico en el que se transmiten las formas fundamentales del ser persona humana. Se aprenden viviéndolas y también sufriéndolas juntos. Así se hizo patente que en el tema de la familia no se trata únicamente de una determinada forma social, sino de la cuestión del hombre mismo; de la cuestión sobre qué es el hombre y sobre lo que es preciso hacer para ser hombres del modo justo. Los desafíos en este contexto son complejos.

"El atentado, al que hoy estamos expuestos, a la auténtica forma de la familia, compuesta por padre, madre e hijo, tiene una dimensión aún más profunda", empezó, pues "está en juego la visión del ser mismo, de lo que significa realmente ser hombres".

Benedicto XVI citó la frase de Simone de Beauvoir "Mujer no se nace, se hace" para fulminar con contundencia argumental "lo que hoy se presenta bajo el lema “gender [género]” como una nueva filosofía de la sexualidad. Según esta filosofía, el sexo ya no es un dato originario de la naturaleza, que el hombre debe aceptar y llenar personalmente de sentido, sino un papel social del que se decide autónomamente, mientras que hasta ahora era la sociedad la que decidía".

"La falacia profunda de esta teoría y de la revolución antropológica que subyace en ella es evidente", continuó: "El hombre niega tener una naturaleza preconstituida por su corporeidad, que caracteriza al ser humano. Niega la propia naturaleza y decide que ésta no se le ha dado como hecho prestablecido, sino que es él mismo quien se la debe crear".

Seguidamente el Papa recordó que esto va contra las mismas Sagradas Escrituras: "Según el relato bíblico de la creación, el haber sido creada por Dios como varón y mujer pertenece a la esencia de la criatura humana. Esta dualidad es esencial para el ser humano, tal como Dios la ha dado.

Precisamente esta dualidad como dato originario es lo que se impugna. Ya no es válido lo que leemos en el relato de la creación: “Hombre y mujer los creó”. No, lo que vale ahora es que no fue Él quien los creó varón o mujer, sino que hasta ahora fue la sociedad la que lo ha determinado, y ahora somos nosotros mismos quienes hemos de decidir sobre esto. Hombre y mujer como realidad de la creación, como naturaleza de la persona humana, ya no existen".

Las consecuencias son inmediatas: "El hombre niega su propia naturaleza. Ahora él es sólo espíritu y voluntad. La manipulación de la naturaleza, que hoy deploramos por lo que se refiere al medio ambiente, se convierte aquí en la opción de fondo del hombre respecto a sí mismo. En la actualidad, existe sólo el hombre en abstracto, que después elije para sí mismo, autónomamente, una u otra cosa como naturaleza suya. Se niega a hombres y mujeres su exigencia creacional de ser formas de la persona humana que se integran mutuamente".

La familia resulta así la gran perjudicada: "Si no existe la dualidad de hombre y mujer como dato de la creación, entonces tampoco existe la familia como realidad prestablecida por la creación. Pero, en este caso, también la prole perdió el puesto que hasta ahora le correspondía y la particular dignidad que le es propia. Bernheim muestra cómo ésta, de sujeto jurídico de por sí, se convierte ahora necesariamente en objeto, al cual se tiene derecho y que, como objeto de un derecho, se puede adquirir".

Por último, sentenció Benedicto XVI, "allí donde la libertad de hacer se convierte en libertad de hacerse por uno mismo, se llega necesariamente a negar al Creador mismo y, con ello, también el hombre como criatura de Dios, como imagen de Dios, queda finalmente degradado en la esencia de su ser. En la lucha por la familia está en juego el hombre mismo. Y se hace evidente que, cuando se niega a Dios, se disuelve también la dignidad del hombre. Quien defiende a Dios, defiende al hombre".+

Nuestra Señora de Todos los Pueblos

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Señor Jesucristo, Hijo del Padre
Manda ahora Tu Espíritu sobre la tierra,
Haz que el Espíritu Santo
Habite en el corazón de todos los pueblos,
para que sean preservados de la corrupción,
de las calamidades y de la guerra.

Que la Señora de todos los pueblos,
Que un día era María, Sea nuestra abogada.

Amén.


SIGNIFICADO DE LA IMAGEN 

Los mensajes de Ámsterdam son únicos en la historia de las apariciones marianas, porque la misma Virgen describe detalladamente su imagen.

María se muestra de tres maneras como la CORREDENTORA:

• Ella está irradiada de la luz divina, delante de la Cruz de Su Hijo, a Quien está inseparablemente unida.

• Ella lleva un paño a la cintura y explica: “Escucha bien lo que esto significa: Es como el lienzo que cubrió la cintura del Hijo en la Cruz, pues estoy como la Señora ante la Cruz del Hijo” (15.04.1951).

• Sus manos presentan llagas luminosas. Con esta imagen, María describe el sufrimiento físico y espiritual que ha soportado, junto con su Divino Hijo, por la Redención de la humanidad.

La Señora pide de nuevo a Ida que se fije en sus manos, y se muestra así como LA MEDIANERA DE TODAS LAS GRACIAS: “Observa ahora mis manos y dime lo que ves”. Entonces Ida ve en medio de las manos como si hubiese habido una herida y de ahí, de cada mano, salen tres rayos que iluminan las ovejas. La Señora sonríe y dice: “Estos son tres rayos, los rayos de Gracia, Redención y Paz” (31.05.1951). La Gracia que viene del Padre, la Redención del Hijo y la Paz del Espíritu Santo.

“He puesto mis pies firmemente sobre el globo terrestre, porque en este período el Padre y el Hijo quiere traerme en este mundo como la Corredentora, Medianera y Abogada” (31.05.1951). “Este tiempo es nuestro tiempo” (02.07.1951).

Como en una imagen bíblica, María hace ver a la vidente, en torno a todo el globo, el rebaño que representa a todos los pueblos y razas de la tierra, añadiendo a continuación: “No hallarán descanso hasta que se humillen y miren pacíficamente la Cruz, el centro de este mundo” (31.05.1951).

De nuevo María pide que miremos la Cruz, el centro del mundo. María nos pide que difundamos esta imagen en todo el mundo porque muestra el significado “y representa el nuevo dogma” (08.12.1952). Por eso María subraya varias veces que “Esta imagen precederá a un dogma, un nuevo dogma” (15.04.1951).


MARÍA NO ES EL CENTRO, PERO ESTÁ EN EL CENTRO

Sin duda, María no es el centro. Ella está ante la Cruz del Hijo y sin embargo es VOLUNTAD DIVINA que por su vocación de Corredentora, Medianera y Abogada Ella se encuentre en el centro, sobre todo en el centro de nuestro corazón, para llevarnos a EL. Es algo que Ella subraya de forma explícita, diciendo de sí misma: “No yo, sino la Cruz.” (16.12.1949).

“Esta imagen habla claro y desde ahora será llevada por el mundo, porque el mundo nuevamente necesita la Cruz” (15.04.1951).


IMAGEN PARA MEDITAR

Quien mira por primera vez la imagen de la Señora de todos los Pueblos tal vez se extrañe de ver a María sin Jesús ante la Cruz redentora. Alguien puede preguntarse en forma crítica: “¿Tal vez no esconde la Cruz?”.

Parece como si, con esta imagen insólita, nuestra Madre, de pie ante la Cruz, quiera animarnos e invitarnos a reflexionar profundamente sobre su vocación y su lugar en el plan divino de salvación.

Naturalmente, María podría ponerse al lado e indicarnos el Salvador en la Cruz. Muchos célebres pintores, en cada siglo, han representado así el sufrimiento de Jesús y de María en el Calvario. Sin embargo, la cuadro de Ámsterdam no busca representar la misión y el sufrimiento del Redentor, sino, como dicen los mensajes, el cuadro habla de la Corredentora (cfr. 29.04.1951). Sí, esta imagen pretende expresar la vocación de la Madre Corredentora, sin ofuscar con ello en lo más mínimo la del Redentor.

Efectivamente, Jesús ya ha resucitado y ha subido al Cielo en la gloria del Padre. Por eso, la Cruz está en el resplandor de la luz de la Resurrección, que inunda a María. La Madre de Dios en el centro, ante la Cruz, nos ayuda a comprender que la Madre y el Hijo están indisolublemente unidos en su misión. Donde está el Hijo está siempre la Madre. El mismo Hijo divino la ha llamado a su lado, al centro, en su papel de Corredentora, para que comprendamos con gozo cómo en esa colocación de Madre, Ella sea Medianera de las gracias de la Redención, para todos los Pueblos, que brotan de los sufrimientos padecidos, interviniendo en nuestra defensa e intercediendo como Abogada por nosotros.

EL CUADRO ORIGINAL DE LA SEÑORA DE TODOS LOS PUEBLOS

El cuadro de la Señora de todos los Pueblos, pintado en 1951 por el pintor alemán Heinrich Repke, quedó expuesto hasta finales de 1953 en la capilla de una finca en Alemania. Seguidamente fue llevado a Holanda y expuesto provisionalmente en la casa parroquial a la iglesia dominica de Santo Tomás, en la calle Rijnstraat de Amsterdam. A finales de 1954 el párroco obtuvo el permiso del entonces obispo de la diócesis de Haarlem, Monseñor Huibers, de colocarlo en la capilla de la Virgen, en la misma iglesia. Fue trasladado con solemne ceremonia el 19 de diciembre de 1954. Cuando el 31 de mayo de 1955, en la capilla de la Virgen de la iglesia de Santo Tomás, repleta de gente, la vidente Ida Peerdeman recibió el 51° mensaje de la Señora de todos los Pueblos, en la diócesis se produjeron reacciones negativas. Se temió que la iglesia de Santo Tomás se volviera un lugar de peregrinaciones, cosa que se quería evitar. El 10 de junio de 1955 el obispo retiró su permiso y el párroco tuvo que quitar el cuadro de la iglesia. El motivo presentado fue que una veneración pública no era posible mientras estuviera abierta la indagación acerca de la autenticidad de las apariciones. Todo lo que podía recordar el culto fue retirado de la iglesia y el cuadro fue conservado primero en la biblioteca y luego en el sótano de la casa.

Más tarde, con el tiempo, el cuadro llegó a la pequeña iglesia de Ville d‘Avray, junto a París (1966-1967), en el Convento de los padres del Santísimo Sacramento de El Haya (1967-1969), en el Convento de Oegstgeest (1969-1970) y por último en la casa de la vidente, en la calle Diepenbrockstraat de Ámsterdam. El 16 de junio de 1970 fue hecha una capilla en el sótano de dicha casa, donde el cuadro quedó expuesto hasta la inauguración de la capilla actual, que tuvo lugar el 15 de agosto de 1976. Después de 25 años de peregrinación, el cuadro encontró así su penúltima colocación. Su puesto definitivo, anunciado por la Señora misma en su 52° mensaje, será en “una capilla propia” en “la casa del Señor Jesucristo”, la futura iglesia de la Señora de todos los Pueblos en la Plaza Europa, de Ámsterdam.

Indicación de las fuentes: P. Paul Maria Sigl: "Die Frau aller Völker 'Miterlöserin Mittlerin Fürsprecherin'" (25 de marzo de 1998). Agradecimientos a Nancy Durand

Invitación de Benedicto XVI para la JMJ 2013

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Queridos jóvenes:

Me alegro de dirigirme de nuevo a vosotros con ocasión de la XXVII Jornada Mundial de la Juventud. El recuerdo del encuentro de Madrid el pasado mes de agosto sigue muy presente en mi corazón. Ha sido un momento extraordinario de gracia, durante el cual el Señor ha bendecido a los jóvenes allí presentes, venidos del mundo entero. Doy gracias a Dios por los muchos frutos que ha suscitado en aquellas jornadas y que en el futuro seguirán multiplicándose entre los jóvenes y las comunidades a las que pertenecen. Ahora nos estamos dirigiendo ya hacia la próxima cita en Río de Janeiro en el año 2013, que tendrá como tema «¡Id y haced discípulos a todos los pueblos!» (cf. Mt 28,19).

Este año, el tema de la Jornada Mundial de la Juventud nos lo da la exhortación de la Carta del apóstol san Pablo a los Filipenses: «¡Alegraos siempre en el Señor!» (4,4). En efecto, La alegría es un elemento central de la experiencia cristiana. También experimentamos en cada Jornada Mundial de la Juventud una alegría intensa, la alegría de la comunión, la alegría de ser cristianos, la alegría de la fe. Esta es una de las características de estos encuentros. Vemos la fuerza atrayente que ella tiene: en un mundo marcado a menudo por la tristeza y la inquietud, la alegría es un testimonio importante de la belleza y fiabilidad de la fe cristiana.

La Iglesia tiene la vocación de llevar la alegría al mundo, una alegría auténtica y duradera, aquella que los ángeles anunciaron a los pastores de Belén en la noche del nacimiento de Jesús (cf. Lc 2,10). Dios no sólo ha hablado, no sólo ha cumplido signos prodigiosos en la historia de la humanidad, sino que se ha hecho tan cercano que ha llegado a hacerse uno de nosotros, recorriendo las etapas de la vida entera del hombre. En el difícil contexto actual, muchos jóvenes en vuestro entorno tienen una inmensa necesidad de sentir que el mensaje cristiano es un mensaje de alegría y esperanza. Quisiera reflexionar ahora con vosotros sobre esta alegría, sobre los caminos para encontrarla, para que podáis vivirla cada vez con mayor profundidad y ser mensajeros de ella entre los que os rodean.


Nuestro corazón está hecho para la alegría

La aspiración a la alegría está grabada en lo más íntimo del ser humano. Más allá de las satisfacciones inmediatas y pasajeras, nuestro corazón busca la alegría profunda, plena y perdurable, que pueda dar «sabor» a la existencia. Y esto vale sobre todo para vosotros, porque la juventud es un período de un continuo descubrimiento de la vida, del mundo, de los demás y de sí mismo. Es un tiempo de apertura hacia el futuro, donde se manifiestan los grandes deseos de felicidad, de amistad, del compartir y de verdad; donde uno es impulsado por ideales y se conciben proyectos.

Cada día el Señor nos ofrece tantas alegrías sencillas: la alegría de vivir, la alegría ante la belleza de la naturaleza, la alegría de un trabajo bien hecho, la alegría del servicio, la alegría del amor sincero y puro. Y si miramos con atención, existen tantos motivos para la alegría: los hermosos momentos de la vida familiar, la amistad compartida, el descubrimiento de las propias capacidades personales y la consecución de buenos resultados, el aprecio que otros nos tienen, la posibilidad de expresarse y sentirse comprendidos, la sensación de ser útiles para el prójimo. Y, además, la adquisición de nuevos conocimientos mediante los estudios, el descubrimiento de nuevas dimensiones a través de viajes y encuentros, la posibilidad de hacer proyectos para el futuro. También pueden producir en nosotros una verdadera alegría la experiencia de leer una obra literaria, de admirar una obra maestra del arte, de escuchar e interpretar la música o ver una película.

Pero cada día hay tantas dificultades con las que nos encontramos en nuestro corazón, tenemos tantas preocupaciones por el futuro, que nos podemos preguntar si la alegría plena y duradera a la cual aspiramos no es quizá una ilusión y una huída de la realidad. Hay muchos jóvenes que se preguntan: ¿es verdaderamente posible hoy en día la alegría plena? Esta búsqueda sigue varios caminos, algunos de los cuales se manifiestan como erróneos, o por lo menos peligrosos. Pero, ¿cómo podemos distinguir las alegrías verdaderamente duraderas de los placeres inmediatos y engañosos? ¿Cómo podemos encontrar en la vida la verdadera alegría, aquella que dura y no nos abandona ni en los momentos más difíciles?


Dios es la fuente de la verdadera alegría

En realidad, todas las alegrías auténticas, ya sean las pequeñas del día a día o las grandes de la vida, tienen su origen en Dios, aunque no lo parezca a primera vista, porque Dios es comunión de amor eterno, es alegría infinita que no se encierra en sí misma, sino que se difunde en aquellos que Él ama y que le aman. Dios nos ha creado a su imagen por amor y para derramar sobre nosotros su amor, para colmarnos de su presencia y su gracia. Dios quiere hacernos partícipes de su alegría, divina y eterna, haciendo que descubramos que el valor y el sentido profundo de nuestra vida está en el ser aceptados, acogidos y amados por Él, y no con una acogida frágil como puede ser la humana, sino con una acogida incondicional como lo es la divina: yo soy amado, tengo un puesto en el mundo y en la historia, soy amado personalmente por Dios. Y si Dios me acepta, me ama y estoy seguro de ello, entonces sabré con claridad y certeza que es bueno que yo sea, que exista.

Este amor infinito de Dios para con cada uno de nosotros se manifiesta de modo pleno en Jesucristo. En Él se encuentra la alegría que buscamos. En el Evangelio vemos cómo los hechos que marcan el inicio de la vida de Jesús se caracterizan por la alegría. Cuando el arcángel Gabriel anuncia a la Virgen María que será madre del Salvador, comienza con esta palabra: «¡Alégrate!» (Lc 1,28). En el nacimiento de Jesús, el Ángel del Señor dice a los pastores: «Os anuncio una buena noticia que será de gran alegría para todo el pueblo: hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador, el Mesías, el Señor» (Lc 2,11). Y los Magos que buscaban al niño, «al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría» (Mt 2,10). El motivo de esta alegría es, por lo tanto, la cercanía de Dios, que se ha hecho uno de nosotros. Esto es lo que san Pablo quiso decir cuando escribía a los cristianos de Filipos: «Alegraos siempre en el Señor; os lo repito, alegraos. Que vuestra mesura la conozca todo el mundo. El Señor está cerca» (Flp 4,4-5). La primera causa de nuestra alegría es la cercanía del Señor, que me acoge y me ama.

En efecto, el encuentro con Jesús produce siempre una gran alegría interior. Lo podemos ver en muchos episodios de los Evangelios. Recordemos la visita de Jesús a Zaqueo, un recaudador de impuestos deshonesto, un pecador público, a quien Jesús dice: «Es necesario que hoy me quede en tu casa». Y san Lucas dice que Zaqueo «lo recibió muy contento» (Lc 19,5-6). Es la alegría del encuentro con el Señor; es sentir el amor de Dios que puede transformar toda la existencia y traer la salvación. Zaqueo decide cambiar de vida y dar la mitad de sus bienes a los pobres.

En la hora de la pasión de Jesús, este amor se manifiesta con toda su fuerza. Él, en los últimos momentos de su vida terrena, en la cena con sus amigos, dice: «Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor… Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud» (Jn15,9.11). Jesús quiere introducir a sus discípulos y a cada uno de nosotros en la alegría plena, la que Él comparte con el Padre, para que el amor con que el Padre le ama esté en nosotros (cf. Jn 17,26). La alegría cristiana es abrirse a este amor de Dios y pertenecer a Él.

Los Evangelios relatan que María Magdalena y otras mujeres fueron a visitar el sepulcro donde habían puesto a Jesús después de su muerte y recibieron de un Ángel una noticia desconcertante, la de su resurrección. Entonces, así escribe el Evangelista, abandonaron el sepulcro a toda prisa, «llenas de miedo y de alegría», y corrieron a anunciar la feliz noticia a los discípulos. Jesús salió a su encuentro y dijo: «Alegraos» (Mt 28,8-9). Es la alegría de la salvación que se les ofrece: Cristo es el viviente, es el que ha vencido el mal, el pecado y la muerte. Él está presente en medio de nosotros como el Resucitado, hasta el final de los tiempos (cf. Mt 28,21). El mal no tiene la última palabra sobre nuestra vida, sino que la fe en Cristo Salvador nos dice que el amor de Dios es el que vence.

Esta profunda alegría es fruto del Espíritu Santo que nos hace hijos de Dios, capaces de vivir y gustar su bondad, de dirigirnos a Él con la expresión «Abba», Padre (cf. Rm 8,15). La alegría es signo de su presencia y su acción en nosotros.


Conservar en el corazón la alegría cristiana

Aquí nos preguntamos: ¿Cómo podemos recibir y conservar este don de la alegría profunda, de la alegría espiritual?

Un Salmo dice: «Sea el Señor tu delicia, y él te dará lo que pide tu corazón» (Sal37,4). Jesús explica que «El reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en el campo: el que lo encuentra, lo vuelve a esconder y, lleno de alegría, va a vender todo lo que tiene y compra el campo» (Mt 13,44). Encontrar y conservar la alegría espiritual surge del encuentro con el Señor, que pide que le sigamos, que nos decidamos con determinación, poniendo toda nuestra confianza en Él. Queridos jóvenes, no tengáis miedo de arriesgar vuestra vida abriéndola a Jesucristo y su Evangelio; es el camino para tener la paz y la verdadera felicidad dentro de nosotros mismos, es el camino para la verdadera realización de nuestra existencia de hijos de Dios, creados a su imagen y semejanza.

Buscar la alegría en el Señor: la alegría es fruto de la fe, es reconocer cada día su presencia, su amistad: «El Señor está cerca» (Flp 4,5); es volver a poner nuestra confianza en Él, es crecer en su conocimiento y en su amor. El «Año de la Fe», que iniciaremos dentro de pocos meses, nos ayudará y estimulará. Queridos amigos, aprended a ver cómo actúa Dios en vuestras vidas, descubridlo oculto en el corazón de los acontecimientos de cada día. Creed que Él es siempre fiel a la alianza que ha sellado con vosotros el día de vuestro Bautismo. Sabed que jamás os abandonará. Dirigid a menudo vuestra mirada hacia Él. En la cruz entregó su vida porque os ama. La contemplación de un amor tan grande da a nuestros corazones una esperanza y una alegría que nada puede destruir. Un cristiano nunca puede estar triste porque ha encontrado a Cristo, que ha dado la vida por él.

Buscar al Señor, encontrarlo, significa también acoger su Palabra, que es alegría para el corazón. El profeta Jeremías escribe: «Si encontraba tus palabras, las devoraba: tus palabras me servían de gozo, eran la alegría de mi corazón» (Jr 15,16). Aprended a leer y meditar la Sagrada Escritura; allí encontraréis una respuesta a las preguntas más profundas sobre la verdad que anida en vuestro corazón y vuestra mente. La Palabra de Dios hace que descubramos las maravillas que Dios ha obrado en la historia del hombre y que, llenos de alegría, proclamemos en alabanza y adoración: «Venid, aclamemos al Señor… postrémonos por tierra, bendiciendo al Señor, creador nuestro» (Sal95,1.6).

La Liturgia en particular, es el lugar por excelencia donde se manifiesta la alegría que la Iglesia recibe del Señor y transmite al mundo. Cada domingo, en la Eucaristía, las comunidades cristianas celebran el Misterio central de la salvación: la muerte y resurrección de Cristo. Este es un momento fundamental para el camino de cada discípulo del Señor, donde se hace presente su sacrificio de amor; es el día en el que encontramos al Cristo Resucitado, escuchamos su Palabra, nos alimentamos de su Cuerpo y su Sangre. Un Salmo afirma: «Este es el día que hizo el Señor: sea nuestra alegría y nuestro gozo» (Sal118,24). En la noche de Pascua, la Iglesia canta el Exultet, expresión de alegría por la victoria de Jesucristo sobre el pecado y la muerte: «¡Exulte el coro de los ángeles… Goce la tierra inundada de tanta claridad… resuene este templo con las aclamaciones del pueblo en fiesta!». La alegría cristiana nace del saberse amados por un Dios que se ha hecho hombre, que ha dado su vida por nosotros y ha vencido el mal y la muerte; es vivir por amor a él. Santa Teresa del Niño Jesús, joven carmelita, escribió: «Jesús, mi alegría es amarte a ti» (Poesía 45/7).


La alegría del amor

Queridos amigos, la alegría está íntimamente unida al amor; ambos son frutos inseparables del Espíritu Santo (cf. Ga 5,23). El amor produce alegría, y la alegría es una forma del amor. La beata Madre Teresa de Calcuta, recordando las palabras de Jesús: «hay más dicha en dar que en recibir» (Hch 20,35), decía: «La alegría es una red de amor para capturar las almas. Dios ama al que da con alegría. Y quien da con alegría da más». El siervo de Dios Pablo VI escribió: «En el mismo Dios, todo es alegría porque todo es un don» (Ex. ap. Gaudete in Domino, 9 mayo 1975).

Pensando en los diferentes ámbitos de vuestra vida, quisiera deciros que amar significa constancia, fidelidad, tener fe en los compromisos. Y esto, en primer lugar, con las amistades. Nuestros amigos esperan que seamos sinceros, leales, fieles, porque el verdadero amor es perseverante también y sobre todo en las dificultades. Y lo mismo vale para el trabajo, los estudios y los servicios que desempeñáis. La fidelidad y la perseverancia en el bien llevan a la alegría, aunque ésta no sea siempre inmediata.

Para entrar en la alegría del amor, estamos llamados también a ser generosos, a no conformarnos con dar el mínimo, sino a comprometernos a fondo, con una atención especial por los más necesitados. El mundo necesita hombres y mujeres competentes y generosos, que se pongan al servicio del bien común. Esforzaos por estudiar con seriedad; cultivad vuestros talentos y ponedlos desde ahora al servicio del prójimo. Buscad el modo de contribuir, allí donde estéis, a que la sociedad sea más justa y humana. Que toda vuestra vida esté impulsada por el espíritu de servicio, y no por la búsqueda del poder, del éxito material y del dinero.

A propósito de generosidad, tengo que mencionar una alegría especial; es la que se siente cuando se responde a la vocación de entregar toda la vida al Señor. Queridos jóvenes, no tengáis miedo de la llamada de Cristo a la vida religiosa, monástica, misionera o al sacerdocio. Tened la certeza de que colma de alegría a los que, dedicándole la vida desde esta perspectiva, responden a su invitación a dejar todo para quedarse con Él y dedicarse con todo el corazón al servicio de los demás. Del mismo modo, es grande la alegría que Él regala al hombre y a la mujer que se donan totalmente el uno al otro en el matrimonio para formar una familia y convertirse en signo del amor de Cristo por su Iglesia.

Quisiera mencionar un tercer elemento para entrar en la alegría del amor: hacer que crezca en vuestra vida y en la vida de vuestras comunidades la comunión fraterna. Hay vínculo estrecho entre la comunión y la alegría. No en vano san Pablo escribía su exhortación en plural; es decir, no se dirige a cada uno en singular, sino que afirma: «Alegraos siempre en el Señor» (Flp 4,4). Sólo juntos, viviendo en comunión fraterna, podemos experimentar esta alegría. El libro de los Hechos de los Apóstoles describe así la primera comunidad cristiana: «Partían el pan en las casas y tomaban el alimento con alegría y sencillez de corazón» (Hch 2,46). Empleaos también vosotros a fondo para que las comunidades cristianas puedan ser lugares privilegiados en que se comparta, se atienda y cuiden unos a otros.


La alegría de la conversión

Queridos amigos, para vivir la verdadera alegría también hay que identificar las tentaciones que la alejan. La cultura actual lleva a menudo a buscar metas, realizaciones y placeres inmediatos, favoreciendo más la inconstancia que la perseverancia en el esfuerzo y la fidelidad a los compromisos. Los mensajes que recibís empujar a entrar en la lógica del consumo, prometiendo una felicidad artificial. La experiencia enseña que el poseer no coincide con la alegría. Hay tantas personas que, a pesar de tener bienes materiales en abundancia, a menudo están oprimidas por la desesperación, la tristeza y sienten un vacío en la vida. Para permanecer en la alegría, estamos llamados a vivir en el amor y la verdad, a vivir en Dios.

La voluntad de Dios es que nosotros seamos felices. Por ello nos ha dado las indicaciones concretas para nuestro camino: los Mandamientos. Cumpliéndolos encontramos el camino de la vida y de la felicidad. Aunque a primera vista puedan parecer un conjunto de prohibiciones, casi un obstáculo a la libertad, si los meditamos más atentamente a la luz del Mensaje de Cristo, representan un conjunto de reglas de vida esenciales y valiosas que conducen a una existencia feliz, realizada según el proyecto de Dios. Cuántas veces, en cambio, constatamos que construir ignorando a Dios y su voluntad nos lleva a la desilusión, la tristeza y al sentimiento de derrota. La experiencia del pecado como rechazo a seguirle, como ofensa a su amistad, ensombrece nuestro corazón.

Pero aunque a veces el camino cristiano no es fácil y el compromiso de fidelidad al amor del Señor encuentra obstáculos o registra caídas, Dios, en su misericordia, no nos abandona, sino que nos ofrece siempre la posibilidad de volver a Él, de reconciliarnos con Él, de experimentar la alegría de su amor que perdona y vuelve a acoger.

Queridos jóvenes, ¡recurrid a menudo al Sacramento de la Penitencia y la Reconciliación! Es el Sacramento de la alegría reencontrada. Pedid al Espíritu Santo la luz para saber reconocer vuestro pecado y la capacidad de pedir perdón a Dios acercándoos a este Sacramento con constancia, serenidad y confianza. El Señor os abrirá siempre sus brazos, os purificará y os llenará de su alegría: habrá alegría en el cielo por un solo pecador que se convierte (cf. Lc 15,7).


La alegría en las pruebas

Al final puede que quede en nuestro corazón la pregunta de si es posible vivir de verdad con alegría incluso en medio de tantas pruebas de la vida, especialmente las más dolorosas y misteriosas; de si seguir al Señor y fiarse de Él da siempre la felicidad.

La respuesta nos la pueden dar algunas experiencias de jóvenes como vosotros que han encontrado precisamente en Cristo la luz que permite dar fuerza y esperanza, también en medio de situaciones muy difíciles. El beato Pier Giorgio Frassati (1901-1925) experimentó tantas pruebas en su breve existencia; una de ellas concernía su vida sentimental, que le había herido profundamente. Precisamente en esta situación, escribió a su hermana: «Tú me preguntas si soy alegre; y ¿cómo no podría serlo? Mientras la fe me de la fuerza estaré siempre alegre. Un católico no puede por menos de ser alegre... El fin para el cual hemos sido creados nos indica el camino que, aunque esté sembrado de espinas, no es un camino triste, es alegre incluso también a través del dolor» (Carta a la hermana Luciana, Turín, 14 febrero 1925). Y el beato Juan Pablo II, al presentarlo como modelo, dijo de él: «Era un joven de una alegría contagiosa, una alegría que superaba también tantas dificultades de su vida» (Discurso a los jóvenes, Turín, 13 abril 1980).

Chiara Badano
Más cercana a nosotros, la joven Chiara Badano (1971-1990), recientemente beatificada, experimentó cómo el dolor puede ser transfigurado por el amor y estar habitado por la alegría. A la edad de 18 años, en un momento en el que el cáncer le hacía sufrir de modo particular, rezó al Espíritu Santo para que intercediera por los jóvenes de su Movimiento. Además de su curación, pidió a Dios que iluminara con su Espíritu a todos aquellos jóvenes, que les diera la sabiduría y la luz: «Fue un momento de Dios: sufría mucho físicamente, pero el alma cantaba» (Carta a Chiara Lubich, Sassello, 20 de diciembre de 1989). La clave de su paz y alegría era la plena confianza en el Señor y la aceptación de la enfermedad como misteriosa expresión de su voluntad para su bien y el de los demás. A menudo repetía: «Jesús, si tú lo quieres, yo también lo quiero». Son dos sencillos testimonios, entre otros muchos, que muestran cómo el cristiano auténtico no está nunca desesperado o triste, incluso ante las pruebas más duras, y muestran que la alegría cristiana no es una huida de la realidad, sino una fuerza sobrenatural para hacer frente y vivir las dificultades cotidianas. Sabemos que Cristo crucificado y resucitado está con nosotros, es el amigo siempre fiel. Cuando participamos en sus sufrimientos, participamos también en su alegría. Con Él y en Él, el sufrimiento se transforma en amor. Y ahí se encuentra la alegría (cf. Col 1,24). Testigos de la alegría Queridos amigos, para concluir quisiera alentaros a ser misioneros de la alegría. No se puede ser feliz si los demás no lo son. Por ello, hay que compartir la alegría. Id a contar a los demás jóvenes vuestra alegría de haber encontrado aquel tesoro precioso que es Jesús mismo. No podemos conservar para nosotros la alegría de la fe; para que ésta pueda permanecer en nosotros, tenemos que transmitirla. San Juan afirma: «Eso que hemos visto y oído os lo anunciamos, para que estéis en comunión con nosotros… Os escribimos esto, para que nuestro gozo sea completo» (1Jn 1,3-4).

A veces se presenta una imagen del Cristianismo como una propuesta de vida que oprime nuestra libertad, que va contra nuestro deseo de felicidad y alegría. Pero esto no corresponde a la verdad. Los cristianos son hombres y mujeres verdaderamente felices, porque saben que nunca están solos, sino que siempre están sostenidos por las manos de Dios. Sobre todo vosotros, jóvenes discípulos de Cristo, tenéis la tarea de mostrar al mundo que la fe trae una felicidad y alegría verdadera, plena y duradera. Y si el modo de vivir de los cristianos parece a veces cansado y aburrido, entonces sed vosotros los primeros en dar testimonio del rostro alegre y feliz de la fe. El Evangelio es la «buena noticia» de que Dios nos ama y que cada uno de nosotros es importante para Él. Mostrad al mundo que esto de verdad es así.

Por lo tanto, sed misioneros entusiasmados de la nueva evangelización. Llevad a los que sufren, a los que están buscando, la alegría que Jesús quiere regalar. Llevadla a vuestras familias, a vuestras escuelas y universidades, a vuestros lugares de trabajo y a vuestros grupos de amigos, allí donde vivís. Veréis que es contagiosa. Y recibiréis el ciento por uno: la alegría de la salvación para vosotros mismos, la alegría de ver la Misericordia de Dios que obra en los corazones. En el día de vuestro encuentro definitivo con el Señor, Él podrá deciros: «¡Siervo bueno y fiel, entra en el gozo de tu señor!» (Mt 25,21).

Que la Virgen María os acompañe en este camino. Ella acogió al Señor dentro de sí y lo anunció con un canto de alabanza y alegría, elMagníficat: «Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador» (Lc 1,46-47). María respondió plenamente al amor de Dios dedicando a Él su vida en un servicio humilde y total. Es llamada «causa de nuestra alegría» porque nos ha dado a Jesús. Que Ella os introduzca en aquella alegría que nadie os podrá quitar.

Vaticano, 15 de marzo de 2012 
BENEDICTUS PP. XVI

"María conservaba estas cosas y las meditaba en su corazón"

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Lectura del Santo Evangelio según San Lucas
(Lc. 2, 16-21)

Fueron rápidamente y encontraron a María, a José, y al recién nacido acostado en el pesebre. Al verlo, contaron lo que habían oído decir sobre este niño, y todos los que los escuchaban quedaron admirados de lo que decían los pastores. Mientras tanto, María conservaba estas cosas y las meditaba en su corazón. Y los pastores volvieron, alabando y glorificando a Dios por todo lo que habían visto y oído, conforme al anuncio que habían recibido. Ocho días después, llegó el tiempo de circuncidar al niño y se le puso el nombre de Jesús, nombre que le había sido dado por el Angel antes de su concepción.

Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

"Y sucedió que cuando los ángeles, dejándoles, se fueron al cielo, los pastores se decían unos a otros: « Vayamos, pues, hasta Belén y veamos los que ha sucedido y el Señor nos ha manifestado. » Y fueron a toda prisa, y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre."

La fiesta de este día se celebraba el 11 de octubre antes de que tuviese lugar la reforma litúrgica promulgada por el Concilio Vaticano II. Fue el Papa Pío XI quien instituyó esta fiesta para la Iglesia universal en 1932, conmemorando así el decimoquinto centenario del Concilio de Éfeso (22 de junio de 431). Este Concilio fue muy celebrado en la historia de la Iglesia, puesto que el dogma de la maternidad divina de María fue declarado solemnemente para responder a los fuertes ataques de Nestorius que negaba esta verdad de fe. Como la liturgia de Navidad canta las glorias de María en el octavo día de la Natividad, es decir, ocho días después de Navidad, es completamente adecuado celebrar la fiesta de la maternidad divina hoy, más que cualquier otro día. ¡El Espíritu Santo que guía a la Iglesia provee así todos los detalles de la divina liturgia!

Centrémonos en el texto de san Lucas. Dice: "Los pastores... encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre." San Lucas enumera los personajes: comienza por María y acaba con el Niño Jesús. Para ir hacia Jesús, ¡el camino es María! No María sola, sino María con José. María es siempre Virgen: antes, durante y después del parto. María conserva para siempre su virginidad, don del Espíritu Santo. Pero, con José, que es su Esposo, ella se hace una sola cosa, en este Misterio que es el matrimonio verdadero. Así pues, para ir a Jesús, estamos invitados a pasar por María y por José, su Esposo.

María da a luz a su Hijo recién nacido, y ella aparece como nuestra mediadora ante su Divino Hijo. María es Madre de Dios, y esta misión única y completamente especial le permite, gracias a Dios, ser nuestra intermediaria entre Dios y nosotros. ¡Qué riqueza encontramos en este título de Madre de Dios! Este privilegio es único, pues Jesús, el Hijo de Dios, no tiene más que una Madre, como cada hombre, como cada mujer que viene al mundo. Por tanto, la maternidad divina hace de María nuestra mediadora ante Cristo, que es Dios y Hombre. Todos debemos ir a Jesús por María, pues el lugar que ella ocupa en la Iglesia es único y sin igual: María es, por su maternidad divina, la primera de todos los fieles en Cristo.

"Cuando se cumplieron los ocho días para circuncidarle, se le dio el nombre de Jesús, el que le dio el ángel antes de ser concebido en el seno."

La circuncisión del Niño Jesús es el Misterio que celebramos hoy, ocho días después de Navidad. San Lucas pone el acento en el hecho de que el Niño recibe entonces el nombre de Jesús, tal y como había indicado el ángel antes de su concepción. Una vez más, María y José se encuentran reunidos en una función común: la de dar al Hijo de Dios su nombre humano, Jesús. El ángel Gabriel había dicho a María: "Concebirás y darás a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús" (Lc. 1:31); y el ángel del Señor dijo a José, en sueños: "Tu mujer... dará a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús, pues es Él quien salvará a su pueblo de sus pecados." (Mt. 1:21) María y José son inseparables en su relación con Jesús, el Salvador del mundo.

En unos instantes vamos a comulgar con el Cuerpo y la Sangre de Cristo. Pidamos a San José que María esté con nosotros, como ella lo estaba con él, cuando nos acerquemos a Jesús Eucaristía. Pues también nosotros vamos a proclamar nuestra fe en el Hijo de Dios y vamos a decir desde lo más profundo del corazón: "¡Eres Tú, Jesús! ¡Tú eres el Salvador del mundo!" Vamos a llamar al Hijo de Dios por su nombre, como María y José hicieron en la circuncisión. ¡Que nuestra comunión de hoy sea la de nuestra salvación eterna!

(fuente: meynen.homily-service.net)

La Virgen María, preguntas y respuestas

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¿QUIÉN ES LA VIRGEN MARÍA?

María, que en hebreo quiere decir "Señora" o según otros, "Mar profundo de Tristeza", es la mujer con la cual se abre la promesa en la antigua alianza (Gen. 3:15) y con la cual cierra Simeón la antigua profecía (Lc. 2, 25-35). Es la Mujer que ha tenido un mayor contacto con la Santísima Trinidad en la historia. El Padre la selecciona entre todas las mujeres, El Espíritu Santo engendró un hijo en sus entrañas y la segunda persona tomó carne y sangre en su vientre. Si por Eva entró el pecado en el mundo, por la Virgen María entró la Salvación.

¿POR QUÉ MARÍA ES CENTRO DE ATAQUE HOY EN DÍA?

Desde el Génesis fue profetizada la "Enemistad entre la Mujer y el demonio" (Gen. 12, 13-18). También está escrito que el demonio hará la guerra a los hijos de la Mujer. Esta es la razón por la cual María es centro de división entre los cristianos y no de unión.

¿POR QUÉ LA IGLESIA ES LA GRAN DEFENSORA DE MARÍA?

Porque María es nuestra Madre ya que la recibimos de Jesús en la Cruz, (Jn. 19, 25-28). Juan representa a toda la Iglesia, además, la gran promesa en Gn. 3, 15 dice que quienes podrían vencer a la descendencia de la serpiente, serían los hijos o descendencia de la Mujer. Nosotros somos la descendencia de la Mujer, esta Mujer es la Virgen María. Si el pueblo de Israel, son los hijos en la Fe de Abraham, nosotros somos los hijos en la Fe de María, la primera que acepto a Cristo como Señor y Salvador, la primera que recibió la unción del Espíritu Santo (Lc. 1).

¿POR QUÉ LA IGLESIA LLAMA A MARÍA MADRE DE DIOS?

En el evangelio de San Lucas 1, 39-45, Isabel, llena del Espíritu Santo dijo, "Que favor que la Madre de mi Señor venga a mí". La palabra griega para definir Señor que utiliza Isabel es "Kurios" que es la misma que se utiliza en la versión griega del Antiguo Testamento para traducir "Adonai". Cuando una persona habla bajo la unción del Espíritu Santo es Él quien habla, luego fue el mismo Espíritu Santo quien llama a María, Madre de Dios.

¿TUVO MARIA MÁS HIJOS?

En el evangelio de San Marcos, se mencionan cuatro hermanos de Jesús, Santiago, José, Juda y Simón los cuales nunca son llamados hijos de María. La palabra hebrea "Aha" se utiliza como hermano, tío, primo, pariente; por ejemplo en Génesis 13, 8 se menciona a Lot como "hermano, Aha" de Abraham, sin embargo son tío y sobrino (Gen 12, 5). En el mismo evangelio de Marcos 15, 40 se nombran a José y Santiago como "hijos" de María; en Juan 19, 25 se aclara que esta María era hermana (Aha) de la Madre de Jesús. En Hechos 1, 13 se mencionan a Simón y Judas como seguidores del Maestro.

¿QUÉ RELACION TUVO JOSÉ CON MARÍA?

La relación de José con la Virgen María fue la de proveer legalidad y sostén al Redentor. En Mateo 2, 3 el Ángel le dice a José, "Toma al Niño y a su Madre". La forma hebrea para referirse a la mujer de José, es la Madre de Jesús. San Mateo 1, 18 dice "No la conoció hasta que parió a su hijo primogénito". Él "hasta", indica anterioridad, no condiciona lo que ocurrió después. En Segunda de Samuel 6, 23 dice "Micol hija de Saúl, no tuvo más hijos hasta, que murió". ¿Tuvo hijos después de muerta?

¿POR QUÉ LA IGLESIA DICE QUE MARÍA NO TUVO PECADO?

Jesús estuvo bajo la Ley. En la ley, el pecado lo transfería la madre (Salmo 51, 7). Jesús NO puede tener pecado por lo tanto, por el poder de Dios, María fue preservada del pecado. En tanto a su maternidad, la palabra griega que se traduce llena de gracia es: Kecharito, la cual quiere decir que fue, que es y que será llena de gracia. La gracia es la ausencia del pecado. María se proclama en el Magnificat "Me alegro en el Dios que me salva" faltan 33 años para el calvario y la Salvación y ya María se proclama en presente Salvada.

¿POR QUÉ LA IGLESIA DICE QUE MARÍA FUE LLEVADA AL CIELO EN CUERPO Y ALMA?

Esto no está en la Biblia. La Asunción de María no esta bíblicamente expresada, pero está en la tradición de la Iglesia. Muchas personas se preguntan, ¿por qué no está en la Biblia? Podríamos, responderles, tampoco Martín Lutero está y sabemos que existió. Estos fueron hechos que sucedieron después de terminados los libros que componen los Evangelios, sin embargo aunque no está en la Biblia, ésta no la contradice, pues antes de María, Henoc en Gen 5, 24 y Elías en II de Reyes 2, 11 fueron llevados en cuerpo y alma al cielo.

¿POR QUÉ LA IGLESIA LLAMA A MARÍA REINA?

Dice la Palabra "El que se humilla será ensalzado". María se humilla a esclava (Lc 1, 38) y Jesús la ensalza a lo opuesto que es, Reina, ¿lógico verdad?. Además en I Reyes 2, 19 dice que en el Reino de David la madre del Rey se sienta a la derecha del Rey. Jesús es Rey (Jn 18, 37) es heredero del reino de David (Lc 1, 32) por lo tanto el lugar de María es un trono a la derecha de su Hijo que es Rey.

¿POR QUÉ LOS CATÓLICOS LE ORAN A MARIA?

En Juan 2, 1-12 María demostró hasta la saciedad su poder de intercesión. "Pero es que hay un solo intercesor y es Cristo". Cierto, ante el Padre solo existe un sólo intercesor que es Jesús, pero ante Jesús, María intercede por nosotros. Al igual que un pastor evangélico ora por un enfermo ante Jesús, de la misma manera María ora por nosotros. "Pero María esta muerta" Falso, Lucas 20, 38 dice": Que Dios no es Dios de muertos sino de vivos, porque para El todos viven". Además Apocalipsis 6, 9-10 y 8, 3 nos muestra a las almas clamando a DIOS aun después de abandonar este mundo.

¿LOS CATÓLICOS ADORAN A MARÍA?

No, la Iglesia no se cansa de proclamar que nosotros honramos a María como lo hacia Jesús y la proclamamos bendita, cumpliendo la profecía bíblica (Lc 1, 48) pero la adoración es única y propia de Dios y María es criatura.

¿POR QUE REZAN EL ROSARIO SI NO ESTÁ EN LA BIBLIA?

No hay oración más Bíblica que el rosario. Todos los misterios están en la Biblia. El Padre Nuestro, también esta en la Biblia así como la primera parte del Ave María. El Rosario es una oración más Bíblica que muchas que se hacen en algunas iglesias. En cuanto a la repetición, dice Marcos 14, 39 que Jesús repetía muchas veces la misma oración, el rosario es una meditación en una oración.

ALGUNAS PERSONAS DICEN QUE LAS APARICIONES DE MARÍA SON COSAS DEL DEMONIO.

Falso. María según Apocalipsis 12, tiene la misión de anunciar la segunda venida de Cristo. En las apariciones, María, no trae al mundo mensajes propios, trae un mensaje Evangélico de conversión, arrepentimiento y retorno a las Escrituras. El demonio no puede predicar conversión a Jesús. Y los frutos de Paz, conversión y alegría que se ven en las personas que asisten a estos eventos no pueden venir del maligno. Dice la Escritura que atribuir al demonio las obras de Dios es pecado contra el Espíritu Santo y éste no es perdonado (Mateo 12, 22-32).

Hermanos, dice Timoteo 2, 23-24 que la Biblia es para edificación no para discusión. Ama a María y Ella te llevara al JESUS que tanto buscas, pues ella lo conoce muy bien, lo llevó en su vientre por nueve meses, lo alimentó, cuidó y guió por 30 años. Nadie lo conoce como Ella. Nadie le da Gloria a Dios quitándole Honra a María, pues la Honra de María es la gloria de Dios.

(fuente: www.ewtn.com)

La respuesta del hombre a Dios

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Si Dios fuera una idea, lo suyo sería el asentimiento, simple y sencillo. Si Dios fuera un sentimiento, responderíamos, por ejemplo, con otro sentimiento. Si se tratase de una norma o ley, la abrazaríamos con toda la voluntad. Al revelarse Dios a sí mismo como persona, como amigo que habla a los hombres, la respuesta se da con todo el ser. Y por tanto con la inteligencia, con la voluntad, con el corazón. Es por tanto totalizante y totalizadora, una presencia que todo lo abarca, y fuera de la cual nada en el hombre queda eximido de su llamada ni de su palabra. Invade el corazón, pero no sólo el corazón. Cuestiona la inteligencia y forma de ver el mundo, pero no sólo se trata de ideas. Mueve a la vida en plenitud, y no se confunde con la ley. Es, como digo, Misterio invisible que se ha dado a conocer con el objetivo de llamar a la comunión con él.

La respuesta del hombre a Dios, por otro lado, sigue siendo libre. Dios no se impone, ni somete al hombre esclavizándolo, ni provoca una reacción en él al modo como Skinner trataba a sus perros. La presencia de Dios ante el hombre dignifica al hombre mismo y le ofrece y brinda la posibilidad de acoger o rechazar, de unirse o seguir su camino, de abrazarlo o alejarse. No hay otro camino, aunque quizá permanezcamos siempre en camino, lo cual es diferente. O una opción u otra se hará de mayor peso, una opción u otra se constituirá en centro de la vida del hombre ante la siempre inesperada visita del Señor, aun en nuestras búsquedas más sinceras.

La fe se comprende como respuesta, por tanto, a la invitación hecha por Dios desde el amor y desde el deseo de recibir al hombre en su compañía y cercanía familiar. La fe nace y tiene origen, no en el hombre propiamente, aunque crea, sino en Dios mismo. De modo que hace responder al hombre desde el sometimiento de la inteligencia y de su voluntad a Dios, es decir, desde el hombre que se comprende en su propia pequeñez ante Dios y comienza a servir al Señor. A esta respuesta la Sagrada Escritura la denomina “obediencia de la fe”. Este sometimiento no significa que el hombre deje de pensar o de sentir o de querer o de desear, ni mucho menos, sino que se da cuenta de que está ante la Verdad, el Bien y la Belleza. De algún modo podemos decir que ha encontrado todo lo que andaba buscando, y que ese sometimiento, de carácter muy práctico pero que nace sobre todo del interior del hombre, significa e implica una adhesión total de la persona que no está exenta de esfuerzo, ni del vencimiento de las tendencias torcidas del hombre. El encuentro con Dios, que deja libre, también transforma, siempre a ritmo humano y con paciencia divina.

(fuente: annusfidei2012.wordpress.com)

En Cristo se realiza finalmente la revelación del plan amoroso de Dios

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Continúa la catequesis semanal del papa por el Año de la Fe

 CIUDAD DEL VATICANO, miércoles 12 diciembre 2012 (ZENIT.org).- Durante la habitual Audiencia de los miércoles, el santo padre Benedicto XVI siguió desarrollando su catequesis semanal por el Año de la Fe. Ante miles de peregrinos que llegaron hasta el Aula Pablo VI para escuchar sus enseñanzas, el papa abordó el urgente tema de “Las etapas de la revelación”. A continuación el mensaje íntegro para nuestros lectores.

Queridos hermanos y hermanas:

en la catequesis anterior he hablado de la revelación de Dios como la comunicación que hace de sí mismo y de su plan benévolo. Esta revelación de Dios se inserta en el tiempo y en la historia humana: la historia que se convierte en "el lugar donde podemos constatar la acción de Dios en favor de la humanidad. Él se nos manifiesta en lo que para nosotros es más familiar y fácil de verificar, porque pertenece a nuestro contexto cotidiano, sin el cual no llegaríamos a comprendernos." (Juan Pablo II, Enc. Fides et ratio, 12).

El evangelista Marcos –como hemos escuchado--, narra, de manera clara y sintética, los momentos iniciales de la predicación de Jesús: "El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios está cerca" (Mc. 1,15). Lo que ilumina y da sentido pleno a la historia del mundo y del hombre comienza a brillar en la cueva de Belén; es el misterio que contemplaremos dentro de poco tiempo en Navidad: la salvación que se realiza en Jesucristo. En Jesús de Nazaret, Dios muestra su rostro y le pide al hombre la decisión de reconocerlo y seguirlo. La revelación de Dios en la historia, vpara entrar en una relación de diálogo de amor con el hombre, le da un nuevo significado a la entera experiencia humana. La historia no es una simple sucesión de siglos, años, y de días, sino es el tiempo de una presencia que da pleno sentido y la abre a una esperanza sólida.

¿Dónde podemos leer las etapas de esta revelación de Dios? La Sagrada Escritura es el lugar privilegiado para descubrir los acontecimientos de este caminar, y quisiera -- una vez más--, invitar a todos, en este Año de la fe, a asumir con mayor frecuencia la Biblia para leerla y meditar en ella, y para prestarle más atención a la lectura en la misa dominical, todo lo cual es un alimento valioso para nuestra fe.

Leyendo el Antiguo Testamento, vemos que la intervención de Dios en la historia de la gente que ha elegido y con quien ha hecho un pacto, no son hechos que se mueven y caen en el olvido, sino que se convierten en "memoria", constituyen en conjunto la "historia de la salvación", mantenida viva en la conciencia del pueblo de Israel, a través de la celebración de los acontecimientos salvíficos. Así, en el Libro del Éxodo, el Señor le dice a Moisés para celebrar el gran momento de la liberación de la esclavitud de Egipto, la Pascua hebrea con estas palabras: "Este será para ustedes un día memorable y deberán solemnizarlo con una fiesta en honor del Señor. Lo celebrarán a lo largo de las generaciones como una institución perpetua" (12,14). Para todo el pueblo de Israel, recordar lo que Dios ha hecho se convierte en una especie de imperativo permanente debido a que el paso del tiempo está marcado por la memoria viva de los acontecimientos pasados, que así forman, día tras día, de nuevo la historia y permanecen presentes.

En el libro del Deuteronomio, Moisés habló al pueblo, diciendo: " Pero presta atención y ten cuidado, para no olvidar las cosas que has visto con tus propios ojos, ni dejar que se aparten de tu corazón un sólo instante. Enséñalas a tus hijos y a tus nietos. "(4,9). Y así nos dice también a nosotros: "Cuida de no olvidar las cosas que Dios ha hecho con nosotros”.

La fe es alimentada por el descubrimiento y el recuerdo del Dios que es siempre fiel, que guía la historia y es el fundamento seguro y estable sobre el cual apoyar la propia vida. También el canto del Magnificat, que la Virgen María eleva a Dios, es un ejemplo claro de esta historia de la salvación, de esta historia que permite que siga y esté presente la acción de Dios. María alaba el acto misericordioso de Dios en el camino concreto de su pueblo, la fidelidad a las promesas de la alianza hechas a Abraham y a su descendencia; y todo esto es memoria viva de la presencia divina que nunca falla (cf. Lc 1,46-55).

Para Israel, el éxodo es el acontecimiento histórico central en el que Dios revela su poderosa acción. Dios libera a los israelitas de la esclavitud en Egipto, para que puedan regresar a la Tierra Prometida y adorarlo como el único Dios verdadero. Israel no comienza a ser un pueblo como los otros --para tener también él una independencia nacional--, sino para servir a Dios en el culto y en la vida, para crear para Dios un lugar donde el hombre esté en obediencia a Él, donde Dios esté presente y sea adorado en el mundo; y, por supuesto, no solo para ellos, sino para dar testimonio en medio de los otros pueblos.

Y la celebración de este acontecimiento es para hacerlo presente y real, para que la obra de Dios no se vea afectada. Él cree en su plan de liberación y continúa a seguirlo. A fin de que el hombre pueda reconocer y servir a su Señor y responder con fe y amor a su acción.

Entonces Dios se revela no solo en el acto primordial de la creación, sino entrando en nuestra historia, en la historia de un pequeño pueblo que no era ni el más grande ni el más fuerte. Y esta revelación de Dios que va adelante en la historia, culmina en Jesucristo: Dios, el Logos, la Palabra creadora que está al origen del mundo, se encarnó en Jesús y mostró el verdadero rostro de Dios. En Jesús se cumple toda promesa, en Él culmina la historia de Dios con la humanidad. Cuando leemos la historia de los dos discípulos en el camino a Emaús, narrado por san Lucas, vemos cómo brota claramente que la persona de Cristo ilumina el Antiguo Testamento, toda la historia de la salvación y muestra el gran diseño unitario de los dos Testamentos, muestra el camino de su unidad.

De hecho, Jesús explica a los dos caminantes perdidos y desilusionados el cumplimiento de cada promesa: "Y comenzando por Moisés y continuando en todas las Escrituras lo que se refería a él." (24,27). El evangelista narra la exclamación de los dos discípulos después de reconocer que el compañero de viaje era el Señor: "¿No ardía acaso nuestro corazón, mientras nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?" (v. 32).

El Catecismo de la Iglesia Católica resume las etapas de la Revelación divina mostrando sintéticamente el desarrollo (cf. nn 54-64.): Dios ha llamado al hombre desde el principio a una comunión íntima con Él, e incluso cuando el hombre, por su propia desobediencia, perdió su amistad, Dios no lo ha abandonado al poder de la muerte, sino que ofreció muchas veces a los hombres su alianza (cf. Misal Romano, Plegaria Euc. IV).

El Catecismo sigue el camino de Dios con el hombre desde la alianza con Noé después del diluvio, a la llamada de Abraham a dejar su tierra para hacerlo padre de una multitud de naciones. Dios constituyó a Israel como su pueblo, a través del acontecimiento del Éxodo, la alianza del Sinaí y el don, por medio de Moisés, de la ley para ser reconocido y servido como el único Dios vivo y verdadero. Con los profetas, Dios conduce a su pueblo en la esperanza de la salvación.

Sabemos --a través de Isaías--, el "segundo Éxodo", el retorno del exilio de Babilonia a la tierra, el restablecimiento del pueblo; al mismo tiempo, sin embargo, muchos siguieron en la dispersión y así comienza la universalidad de esta fe. Al final no esperan más a un solo rey, David, un hijo de David, sino un "Hijo del hombre", la salvación de todos los pueblos. Se dan encuentros entre las culturas, por primera vez en Babilonia y Siria, y luego también con la multitud griega. Vemos así cómo el camino de Dios es cada vez mayor, cada vez más abierto al misterio de Cristo, Rey del universo. En Cristo se realiza finalmente la revelación en su plenitud, el plan amoroso de Dios: Él mismo se convierte en uno de nosotros.

Hago una pausa para recordar la acción de Dios en la historia humana, para mostrar las etapas de este gran proyecto de amor demostrado en el Antiguo y Nuevo Testamento: un único plan de salvación dirigido a toda la humanidad, progresivamente revelado y realizado por el poder de Dios, donde Dios siempre reacciona a las respuestas del hombre y encuentra nuevos inicios para la alianza cuando el hombre se pierde.

Esto es crucial en el camino de la fe. Estamos en el tiempo litúrgico de Adviento, que nos prepara para la Navidad. Como todos sabemos, la palabra "Adviento" significa "venida", "presencia", y antiguamente significaba la llegada del rey o del emperador a una provincia en particular. Para nosotros los cristianos, la palabra significa una realidad maravillosa e inquietante: el mismo Dios ha cruzado el cielo y se ha inclinado frente al hombre; ha forjado una alianza con él, entrando en la historia de un pueblo; Él es el rey que bajó a esta provincia pobre que es la tierra, y nos ha dado el don de su visita asumiendo nuestra carne, convirtiéndose en uno como nosotros.

El Adviento nos invita a seguir el camino de esta presencia y nos recuerda una y otra vez que Dios no ha salido del mundo, no está ausente, no nos ha abandonado, sino que viene a nosotros de diferentes maneras, que debemos aprender a discernir. Y también nosotros, con nuestra fe, nuestra esperanza y nuestra caridad, estamos llamados todos los días a reconocer y dar testimonio de esta presencia, en un mundo a menudo superficial y distraído, a hacer brillar en nuestra vida la luz que iluminaba la cueva de Belén . Gracias.

Traducido del original italiano por José Antonio Varela V.

¿Quién cuida tu vida?

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Una realidad perfecta, la de estar hechos los unos para los otros, la de la imposibilidad de vivir sin convivir, y de convivir sin compartir y unirHoy me iré a descansar con esta pregunta, con la necesidad de que la vida sea cuidada y custodiada bien, de su fragilidad y su dignidad, de su intimidad y sacralidad. La vida no puede ser expuesta de cualquier modo, para que cualquiera que llegue opine sobre ella. Esto lo saben hasta quienes actúan en un circo, que tiñen su cara con máscaras, sean o no payasos que hagan reír. También lo conocen los que participan en reality-shows, que de reality aquello tiene más bien poco y de show tiene en exceso. La vida viaja por debajo de las máscaras, unas veces para defenderse y otras para ocultarse. Pero, ¿quién cuida de todo eso que sucede dentro de la propia persona, de sus sentimientos, de sus ideas, de su carácter, de sus quereres, de sus deseos, de sus pasiones, de sus debilidades? ¿Quién cuida, con esmero, de tanto como hay de sagrado en su interior, y de tanta belleza como la propia persona es capaz de reconocer, y de tanta fuerza y deseo?

1.Algunos dirán que ellos mismos. Así sin más. Que ellos se conocen, que ellos velan por sí mismos, que ellos se saben gestionar bien y tienen recursos suficientes. Lo cual, me parece del todo insuficiente. E intuyo que hasta ellos mismos se dan cuenta de lo que están diciendo. Considero que este amor a sí mismo es impropio porque no hay amor verdadero que no sea recibido, y tendrán que desproteger su vida tarde o temprano para que otros puedan acceder a ella. Sin embargo, hoy me parece muy sabio y prudente aquel que responde que él mismo, pero no sólo él mismo.

2.Otros señalarán personas concretas, por razones varias. Tendrán nombres y apellidos, conocerán su historia y sus circunstancias, se sentirán queridos por ellos, muy queridos. Y me parece normal responder, de primeras, de esta manera. Mienten todos aquellos que hablan de amor sin reconocer la necesidad de ser amados, como también lo hacen los sabios de nuestro mundo cuando se refieren a la admiración que provoca el conocimiento sin atender a lo inmenso que es ser conocidos, tal cual. Quienes señalan a otros creo que son más que prudentes a secas, me parecen sinceros. Y más si hiciéramos un recorrido con detenimiento sobre su propia historia. Verían cómo, de hecho, todo comenzó por un humilde y necesitado dejarse querer, y pasó por la criba de las selección natural por afinidades y por reacciones, por simpatías y acercamientos recíprocos. Me parece sublime esta situación en la que podemos percibir que nadie está hecho para vivir aislado, por muy bohemio que sea, ni para vivir “al margen”, por muy poco que pueda estimarse a sí mismo. Pero volviendo al recorrido sincero, se percibirá cómo nada hay en el ser humano que venga provisto de cierto valor que la persona pueda decir que ha logrado o conquistado exclusivamente por sí misma. Puede no conocer incluso el origen, pero no podrá apropiarse del todo lo que le ocurre. Lo achacará a múltiples factores, aunque creo que terminará reconociendo el rostro de alguien, o pensando natural y espontáneamente en una especie de regalo personal. En más de una ocasión, viajando ya hacia el extremo, será capaz de ver cómo su vida fue cuidada excelentemente por otros, y conducida por otros, y más querida incluso por otros que por sí mismo. Y eso significa salvación, y libertad.

No sé cómo me las apaño, pero pienso siempre en una vida que no es cargable asequiblemente, que siempre desborda, que está llamada a ser compartida de múlitples maneras. Me sigue chirriando un poco los discursos valientes de quienes esconden lo que viven, y se mueven tanto por el deber que no perciben otras facetas de la vida. Sigo recordando aquella frase de la Escritura: “No es bueno que el hombre esté solo.” Y cada día me parece una certera expresión, dicha en el mismo origen, que revela un misterio mayor del que pensamos. Aquí no hay debilidad, sino realidad en estado puro. Una realidad perfecta, la de estar hechos los unos para los otros, la de la imposibilidad de vivir sin convivir, y de convivir sin compartir y unir. Y detrás de tanta relación compruebo que existe una llamada mucho más vigorosa y fuerte, mucho más atrayente y totalizante, mucho más impactante si cabe que la llamada de aquellos rostros que ya conocemos. Pide más, requiere más, y busca más continuamente. No se puede frenar.

Lo otro, lo de la libertad del hombre y su autonomía y su independencia y su dignidad no sé dónde lo apoyan ni lo encuentran aquellos que lo defienden. Si no es en la comunión, si no se entiende rectamente desde la fraternidad concreta y la fraternidad universal, no los considero ni siquiera humanos. Pero quizá son cosas mías. Una de esas múltiples limitaciones tan queridas por mí que me ha dejado impresa la existencia, no en mi mundo, sino en un mundo que es de todos.

escrito por José Fernando Juan 
(fuente: mambre.wordpress.com)

La urgencia de hablar de Dios en nuestro tiempo

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VATICANO, 28 Nov. 12 / 10:50 am (ACI).- Queridos hermanos y hermanas:

La pregunta principal que nos planteamos hoy es ¿cómo hablar de Dios en nuestro tiempo? ¿Cómo comunicar el Evangelio, para abrir caminos a su verdad salvífica en los corazones de nuestros contemporáneos, a menudo cerrados, y en sus mentes, a veces distraídas por tantos destellos de la sociedad?

El mismo Jesús, nos dicen los evangelistas, al anunciar el Reino de Dios se preguntó acerca de esto: "¿Con qué podríamos comparar el Reino de Dios? ¿Qué parábola nos servirá para representarlo?" (Mc 4, 30). Cómo hablar de Dios hoy. La primera respuesta es que nosotros podemos hablar de Dios porque Dios ha hablado con nosotros. La primera condición del hablar de Dios es, por lo tanto, la escucha de lo que ha dicho el mismo Dios. Ha hablado con nosotros. Dios no es una hipótesis lejana del mundo por su origen, Dios se preocupa por nosotros, Dios nos ama, Dios ha entrado personalmente en la realidad de nuestra historia, se ha ‘auto-comunicado’ hasta encarnarse.

Por lo tanto, Dios es una realidad de nuestra vida, Dios es tan grande que tiene tiempo también para nosotros, que puede ocuparse de nosotros y se ocupa de nosotros. En Jesús de Nazaret, encontramos el rostro de Dios, que ha bajado de su Cielo, para sumergirse en el mundo de los hombres y en nuestro mundo y enseñar el "arte de vivir", el camino hacia la felicidad; para liberarnos del pecado y hacernos plenamente hijos de Dios (cfr. Ef 1, 5, Rom 8, 14). Jesús vino para salvarnos y mostrarnos la vida buena del Evangelio.

Hablar de Dios significa, ante todo tener claro lo que debemos brindar a los hombres y mujeres de nuestro tiempo. No un Dios abstracto, no una hipótesis, sino un Dios concreto, un Dios que existe, que ha entrado en la historia y está presente en la historia, el Dios de Jesucristo como respuesta a la pregunta fundamental del por qué y cómo vivir.

Por lo tanto, hablar de Dios requiere una familiaridad con Jesús y su Evangelio, presupone un conocimiento nuestro personal y real de Dios y una gran pasión por su proyecto de salvación, sin ceder a la tentación del éxito, sino siguiendo el método de Dios mismo. El método de Dios es el de la humildad, Dios se hace uno de nosotros, es el método cumplido en la Encarnación, en la humilde casa de Nazaret y en la gruta de Belén, la parábola del grano de mostaza. Se requiere no temer la humildad de los pequeños pasos y confiar en la levadura, que penetra en la masa y la hace crecer lentamente (cfr. Mt 13, 33).

Al hablar de Dios, en la obra de la evangelización, bajo la guía del Espíritu Santo, es necesario recuperar la simplicidad, un retorno a lo esencial del anuncio: la Buena Nueva de un Dios que es real, concreto, de un Dios que se preocupa por nosotros, de un Dios-Amor que se acerca a nosotros en Jesucristo hasta la Cruz y que, en la Resurrección nos dona la esperanza y nos abre a una vida que no tiene fin, la vida eterna. Ese comunicador excepcional que fue el apóstol Pablo nos ofrece una lección que va directo al corazón de la fe, sobre cómo hablar de Dios con gran sencillez. Hemos escuchado hace poco que en la primera carta a los Corintios escribe: "Por mi parte, hermanos, cuando los visité para anunciarles el misterio de Dios, no llegué con el prestigio de la elocuencia o de la sabiduría. Al contrario, no quise saber nada, fuera de Jesucristo, y Jesucristo crucificado" (2, 1-2).

Por lo tanto, la primera realidad es que no habla de una filosofía que él ha desarrollado, no habla de ideas que ha encontrado o que ha inventado, habla de una realidad de su vida, habla del Dios que ha entrado en su vida, habla de un Dios real, que vive, que ha hablado con él, que hablará con él del Cristo resucitado, crucificado y resucitado.

La segunda realidad es que habla, no se busca a sí mismo, no quiere crearse un grupo de admiradores, no quiere entrar en la historia como líder de una escuela de grandes conocimientos, no se busca a sí mismo, no quiere tener un grupo de admiradores suyos, Pablo anuncia a Cristo y quiere ganar personas para el Dios verdadero y real. Pablo habla con el único anhelo de predicar lo que ha entrado en su vida y que es la verdadera vida, que lo ha conquistado en el camino a Damasco.

Hablar de Dios quiere decir dar espacio a Aquél que nos lo hace conocer, que nos revela su rostro de amor; significa expropiar nuestro propio yo, ofreciéndolo a Cristo, conscientes de que no somos nosotros los que podemos ganar a los otros para Dios, sino que debemos esperarlos de parte del mismo Dios, invocárselos a Él. El hablar de Dios nace por lo tanto de la escucha, de nuestro conocimiento de Dios que se realiza en la familiaridad con Dios, en la vida de oración y según los mandamientos.

Comunicar la fe, para San Pablo no quiere decir traer a sí mismo, sino decir abiertamente y públicamente lo que ha visto y oído en el encuentro con Cristo, lo que él ha experimentado en su vida ya transformada por aquel encuentro: es llevar a Jesús, que siente en sí mismo y se ha convertido en el verdadero sentido de su vida, para que quede claro a todos que Él es necesario para el mundo y decisivo para la libertad de cada hombre.

El Apóstol no se contenta con proclamar las palabras, sino que implica la totalidad de su vida en la gran obra de la fe. Para hablar de Dios, tenemos que dejarle espacio en la esperanza de que es Él quien actúa en nuestra debilidad: dejar espacio sin miedo, con sencillez y alegría, en la profunda convicción de que cuanto más lo pongamos en medio, y no a nosotros, más nuestra comunicación será fructífera. Y esto también vale para las comunidades cristianas: ellas están llamados a mostrar la acción transformadora de la gracia de Dios, superando individualismos, cerrazones, egoísmos, indiferencia y viviendo en sus relaciones cotidianas el amor de Dios. ¿Son realmente así nuestras comunidades? Tenemos que ponernos en acción para ser cada vez más anunciadores de Cristo y no de nosotros mismos.

En este punto debemos preguntarnos cómo comunicaba Jesús. Jesús en su unicidad habla de su padre –Abba– y del Reino de Dios, con los ojos llenos de compasión por los sufrimientos y las dificultades de la existencia humana. Habla con gran realismo y, yo diría de manera esencial. El anuncio de Jesús nos muestra que en el mundo y en la creación aparece el rostro de Dios y nos muestra cómo en las historias cotidianas de nuestra vida Dios está presente, como en las parábolas de la naturaleza, del grano de mostaza, en la parábola del hijo pródigo, Lázaro y en todas las parábolas de Jesús.

En los Evangelios vemos como Jesús está interesado por todas las situaciones humanas que encuentra, se sumerge en la realidad de los hombres y mujeres de su tiempo, con una plena confianza en la ayuda del Padre. Y en verdad, en estas historias, de manera oculta, Dios está presente y si estamos atentos lo podemos descubrir. Los discípulos, que viven con Jesús, las multitudes que se reúnen, ven sus reacciones a los problemas más disparatados, ven cómo habla, cómo se comporta; ven en Él la acción del Espíritu Santo, la acción de Dios.

En Él anuncio y vida están entrelazados: Jesús actúa y enseña, siempre a partir de una relación íntima con Dios Padre. Este estilo se convierte en una indicación fundamental para nosotros los cristianos: nuestra forma de vivir en la fe y en la caridad se convierte en un hablar de Dios en el hoy, ya que muestra, con una existencia vivida en Cristo, la credibilidad y el realismo de lo que decimos con las palabras, porque no son solo palabras, sino que muestran la realidad, la verdadera realidad.

Y en esto hay que tener cuidado para saber leer los signos de los tiempos de nuestra época, es decir, identificar el potencial, los deseos, los obstáculos que se encuentran en la cultura contemporánea, en particular el deseo de autenticidad, el anhelo de trascendencia, la sensibilidad para salvaguardar la creación, y comunicar sin miedo la respuesta que ofrece la fe en Dios. El Año de la Fe es una oportunidad para descubrir, con la imaginación animada por el Espíritu Santo, nuevos caminos a nivel personal y comunitario, a fin de que en todas partes la fuerza el Evangelio sea la sabiduría de la vida y la orientación existencial.

También en nuestro tiempo, un lugar especial para hablar de Dios es la familia, la primera escuela para comunicar la fe a las nuevas generaciones. El Concilio Vaticano II habla de los padres como los primeros mensajeros de Dios (cf. Constitución dogmática Lumen gentium, 11;.. Decr Apostolicam actuositatem, 11), llamados a redescubrir su misión, asumiéndose la responsabilidad en la educación, en abrir la conciencia de los pequeños al amor de Dios como un servicio esencial para sus vidas, siendo los primeros catequistas y maestros de la fe para sus hijos.

Y en esta tarea es importante ante todo la vigilancia, que significa saber aprovechar las oportunidades favorables para introducir en la familia el discurso de la fe y para hacer madurar una reflexión crítica respecto a las muchas influencias a las que están sometidos los hijos. Esta atención de los padres es también sensibilidad en el reconocimiento de las posibles preguntas religiosas que se hacen mentalmente los niños, a veces, evidentes a veces ocultas. Después está la alegría: la comunicación de la fe siempre debe tener un tono de alegría. Es la alegría de la Pascua, que no calla u oculta la realidad del dolor, del sufrimiento, la fatiga, las dificultades, la incomprensión y la muerte misma, sino que puede ofrecer criterios para la interpretación de todo, desde la perspectiva de la esperanza cristiana.

La vida buena del Evangelio es esta nueva mirada, esta capacidad de ver con los mismos ojos de Dios cada situación. Es importante ayudar a todos los miembros de la familia a comprender que la fe no es una carga, sino una fuente de alegría profunda, es percibir la acción de Dios, reconocer la presencia del bien, que no hace ruido, y proporciona valiosas orientaciones para vivir bien la propia existencia.

Por último, la capacidad de escucha y de dialogo: la familia debe ser un ámbito donde se aprende a estar juntos, para conciliar los conflictos en el diálogo mutuo, que está hecho de escucha y de palabra, de entenderse y amarse, para ser signo, el uno para el otro, del amor misericordioso de Dios.

Hablar de Dios, por lo tanto, significa comprender con la palabra y con la vida que Dios no es un competidor de nuestra existencia, sino que es el verdadero garante, el garante de la grandeza de la persona humana.

Así volvemos al principio: hablar de Dios es comunicar, con fuerza y ??sencillez, con la palabra y la vida, lo que es esencial: el Dios de Jesucristo, el Dios que nos ha mostrado un amor tan grande, de encarnarse, morir y resucitar por nosotros; ese Dios que nos invita a seguirlo y dejarnos transformar por su amor inmenso para renovar nuestra vida y nuestras relaciones; el Dios que nos ha dado a la Iglesia, para caminar juntos y, a través de la Palabra y los Sacramentos, renovar la entera Ciudad de los hombres, para que pueda llegar a ser la Ciudad de Dios.

Benedicto XVI

Invocaciones a Jesús Maestro

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Jesús Maestro,
santifica mi mente y acrecienta mi fe.
Jesús, Maestro en la Iglesia,
atrae a todos a tu escuela.
Jesús Maestro,
líbrame del error, de los pensamientos vanos y de las tinieblas eternas.

Jesús, camino entre el Padre y nosotros,
lo ofrezco todo y todo lo espero de ti.
Jesús, camino de santidad,
hazme fiel discípulo tuyo.
Jesús camino,
hazme perfecto como el Padre que está en el cielo.
 Jesús vida,
vive en mí para que yo viva en ti.
Jesús vida,
no permitas que me separe de ti.

Jesús vida,
concédeme vivir eternamente el gozo de tu amor.
 Jesús verdad,
que yo sea luz del mundo.
Jesús camino,
que sea ejemplo y modelo para los hombres.

Jesús vida,
que mi presencia lleve a todas partes gracia, alegría y paz.

Amén.

(fuente: capitulocatorce.wordpress.com)

Los camellos: transporte de personas y de buenas noticias

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Dentro de la familia de los camélidos se encuentran los siguientes animales: camellos, dromedarios, llamas, alpacas, vicuñas y guanacos.

Estos animales se usan como transporte de personas y de cargas, se aprovecha también su leche y su pelo para hacer tejidos. La carne es comestible, aunque este uso no aparece en la Biblia porque el camello de un animal impuro.

El pueblo hebreo como tal, durante la mayor parte del tiempo del Antiguo Testamento no hizo mucho uso de los camellos. Viviendo en un país montañoso y siendo un pueblo agricultor y pastoril, no tenían mucho uso para ellos. Por eso en la Biblia las caravanas de camellos representan a los comerciantes y delegaciones de extranjeros, los que llegan de países lejanos trayendo mercancías exóticas.

Ornato del camello. Los ornamentos han sido ampliamente usados en Oriente Los dueños de los camellos a menudo les poner varios ornamentos a su animal favorito. Los ornamentos de forma circular se cosen sobre un lienzo rojo y producen un sonido de cascabeles a cada paso del animal.

El uso de agua por el camello. Seguramente, este animal fue designado divinamente para los países desérticos. Su característica sobresaliente es por supuesto su habilidad para caminar por mucho tiempo sin beber agua. Esto no quiere decir que necesite menos cantidad de agua que los otros animales, sino sencillamente que tiene habilidad para almacenaría en una serie de células o bolsas con las que está provisto interiormente. El camello puede consumir hasta treinta y seis litros en una sola bebida, y esta agua la toma en unos cuantos minutos y le bastará para varios días.

El camello está adaptado para andar por el desierto, por una especie de almohadillas que tiene en sus plantas. Sus rodillas son resistentes, y, para echarse, el camello comienza arrodillándose. El servidor que trabajaba para Isaac "hizo arrodillar los camellos fuera de la ciudad, junto a un pozo de agua, a la hora de la tarde, a la hora en que salen las mozas por agua" (Gén. 24:11).

Otras citas:

- Isaac llega con camellos hasta el pozo de agua y conoce a Rebeca: Gen. 24:64, 65
 - Raquel guarda los ídolos en la montura de su camello: Gén.31:34
- Fue una compañía de ismaelitas con su caravana de camellos los que llevaron a José a Egipto (Gén. 37:25, 28).


Las caravanas de camellos, mercancías y noticias que llegan de lejos

El lugar del comerciante en los negocios. En la villa o ciudad oriental, el mercado es un lugar para cualquier clase de negocio. No siempre se encontrará en el mismo lugar. Puede estar cerca de las puertas de la ciudad, o puede estar en las calles del pueblo. En nos distritos el mercado no siempre está en operación, pero está abierto para el negocio siempre que haya algo que vender. El arribo al pueblo de una caravana de camellos puede ser una gran ocasión para alistar el mercado y la venta de alimentos, especialmente el "grano bendito”... Se venden también muchas mercancías en el bazar oriental.

A través de las centurias los camellos han sido usados para transportar cargas. En la Biblia se refiere a "la carga de cuarenta camellos" en 2 Reyes 8:9; y en otro lugar se dice: "Trajeron pan en asnos, y camellos, y mulos, y bueyes" (1 Crón. 12:40). Y dice además en otro pasaje: "sus tesoros llevan sobre las corcovas de los camellos" (Isa. 30:6).

Hay ocasiones en las cuales las caravanas de camellos son el signo del reconocimiento que los extranjeros hacen al Dios de Israel, en la persona de sus reyes o personas elegidas. Así ocurre en el caso del envío que el rey de Damasco hace ante Eliseo (2 Re 8,9) o los regalos transportados en camellos que la Reina de Sabá ofrece a Salomón (1 Re 10).

En el relato de Mateo cap. 2, cuando los Magos de Oriente llegan a visitar a Jesús recién nacido, el Rey de los Judíos, el texto evangélico no dice que vengan en camellos. Sin embargo, es común representarlos llegando en este animal de transporte. Estos Magos de oriente, como el rey de Damasco, como la reina de Sabá, son también figura de los extranjeros paganos que se acercan al Dios de Israel.


Ropa hecha con pelo de camello

Juan tenía una túnica de pelos de camello y un cinturón de cuero, y se alimentaba con langostas y miel silvestre. La gente de Jerusalén, de toda la Judea y de toda la región del Jordán iba a su encuentro, y se hacía bautizar por él en las aguas del Jordán, confesando sus pecados. (Mt 3,4-6)

La mención a la ropa de pelos de camello tiene amplio significado. Por un lado, significa que es una vestimenta rústica, en oposición a los tejidos finos de lino (cf. Lc 7,24). Y también, sitúa a Juan Bautista en la línea profética, ya que un rudo vestido de pelo de camello era lo que llevaba el profeta Elías según 2 Re 1,8.


Enseñanzas de Jesús

En los sermones de Cristo hay dos referencias a los camellos. La primera referencia se da por los autores de los tres evangelios sinópticos: .Más fácil es pasar un camello por el ojo de una aguja, que un rico entrar en el reino de Dios. (Mat. 19:24; Marc. 10:25; Luc. 18:25).

Debe recordarse que a los orientales les gusta mucho la exageración como figura de retórica, y así apreciaban esta hipérbole hecha por Jesús. En el relato de Lucas, la palabra se refiere ordinariamente a la aguja de un cirujano, es la aguja usada por el autor del evangelio, pues él mismo era médico. Las palabras añadidas por Jesús, deben tomarse juntamente con su aseveración: .Para con los hombres es imposible es esto; Mas para con Dios todo es posible. (Mat. 19:26).

La otra referencia al camello fue hecha por Jesús cuando denunció a los escribas y fariseos, diciéndoles: .Guías de ciegos, que coláis el mosquito, mas tragáis el camello" (Mat. 23:24).

Esta referencia es a la antigua costumbre de colar el vino. El mosquito y el camello estaban en grande contraste por el tamaño de cada uno. El uso de la palabra camello aquí, era una hipérbole: pero era apropiada, no sólo por causa de su gran tamaño, sino también porque para los judíos era un animal inmundo porque no tenía la pezuña hendida, aunque es rumiante. Los fariseos eran cuidadosos para colar la más pequeña criatura, pero (figuradamente) se tragaban las grandes. Eran muy escrupulosos acerca de las cosas pequeñas, pero muy descuidados acerca de los asuntos de mayor importancia.


El anuncio profético: vendrán caravanas de camellos

Isaías cap. 60

1 ¡Levántate, resplandece, porque llega tu luz y la gloria del Señor brilla sobre ti! 2 Porque las tinieblas cubren la tierra y una densa oscuridad, a las naciones, pero sobre ti brillará el Señor y su gloria aparecerá sobre ti. 3 Las naciones caminarán a tu luz y los reyes, al esplendor de tu aurora. 4 Mira a tu alrededor y observa: todos se han reunido y vienen hacia ti; tus hijos llegan desde lejos y tus hijas son llevadas en brazos. 5 Al ver esto, estarás radiante, palpitará y se ensanchará tu corazón, porque se volcarán sobre ti los tesoros del mar y las riquezas de las naciones llegarán hasta ti. 6 Te cubrirá una multitud de camellos, de dromedarios de Madián y de Efá. Todos ellos vendrán desde Sabá, trayendo oro e incienso, y pregonarán las alabanzas del Señor. 7 En ti se congregarán todos los rebaños de Quedar, los carneros de Nebaiot estarán a tu servicio: subirán como ofrenda aceptable sobre mi altar y yo glorificaré mi Casa gloriosa. 8 ¿Quiénes son esos que vuelan como una nube, como palomas a su palomar? 9 Son barcos que se reúnen para mí, con naves de Tarsis al frente, para traer a tus hijos de lejos, y con ellos su oro y su plata, por el nombre del Señor, tu Dios, y por el Santo de Israel, que así te glorifica. 10 Gente extranjera reconstruirá tus murallas y sus reyes te servirán, porque yo te castigué en mi irritación, pero en mi benevolencia tengo piedad de ti. 11 Tus puertas estarán siempre abiertas, no se cerrarán ni de día ni de noche, para que te traigan las riquezas de las naciones, bajo la guía de sus reyes. 12 Porque la nación y el reino que no te sirvan, perecerán, y las naciones serán exterminadas. 13 Hasta ti llegará la gloria del Líbano, con el ciprés, el olmo y el abeto, para glorificar el lugar de mi Santuario, para honrar el lugar donde se posan mis pies. 14 Los hijos de tus opresores irán a inclinarse ante ti, y todos los que te despreciaban se postrarán ante la planta de tus pies y te llamarán: “Ciudad del Señor”, “Sión del Santo de Israel”. 15 Antes estuviste abandonada, aborrecida y despoblada, pero yo haré de ti el orgullo de los siglos, la alegría de todas las generaciones. 16 Mamarás la leche de las naciones, mamarás del pecho de los reyes, y sabrás que yo, el Señor, soy tu salvador, y que tu redentor es el Fuerte de Jacob. 17 Haré llegar oro en lugar de bronce y plata en lugar de hierro; bronce en lugar de madera y hierro en lugar de piedra. Por magistrados te daré la Paz y por gobernantes, la Justicia. 18 Ya no se oirá hablar de violencia en tu país ni de expoliación y desastre en tus fronteras; a tus murallas las llamarás “Salvación” y a tus puertas, “Alabanza”. 19 El sol ya no será tu luz durante el día, ni la claridad de la luna te alumbrará de noche: el Señor será para ti una luz eterna y tu Dios será tu esplendor. 20 Tu sol no se pondrá nunca más y tu luna no desaparecerá, porque el Señor será para ti una luz eterna y se habrán cumplido los días de tu duelo. 21 En tu pueblo, todos serán justos y poseerán la tierra para siempre: serán un retoño de mis plantaciones, obra de mis manos, para manifestar mi gloria. 22 El más pequeño se convertirá en un millar, el menor, en una nación poderosa. Yo, el Señor, lo haré rápidamente, a su tiempo.

“En un texto lleno de luminosidad, que ve converger hacia el Templo a todos los pueblos del mundo, con todas sus riquezas, la ciudad de Jerusalén es invitada a saltar de alegría ante la gloria de Dios, que se alza y la llena de esplendor. La gran reunión comienza, y Jerusalén se convertirá en luz de las naciones, según la expresión usada a propósito del siervo de YHWH en Is 49,6.

En un estilo cercano al del Deuteroisaías, Jerusalén se nos muestra glorificada por Dios, aun cuando lleva todavía los estigmas del pasado, ya que a finales del siglo VI todavía no se han reconstruido las murallas, aunque el altar sí ha sido restablecido. Sin embargo, los que lleguen hasta ella la llamarán “ciudad de YHWH, Sión del Santo de Israel”. Su belleza no consistirá en la presencia de bienes materiales, de los que se enorgullecen las ciudades humanas, sino en los bienes del propio Dios, que habitará en ella: “tu luz perpetua será el Señor y tu Dios será tu resplandor”. La ciudad santa será gobernada por la Paz y la Justicia, sus murallas serán la salvación y la alabanza, y el oro y el incienso que se dirijan hacia ella cantarán las alabanzas de YHWH.

Jerusalén será la ciudad de los justos, que recibieron la promesa de poseer la tierra para siempre. Frente a la búsqueda del poder humano, como revancha que se toma una ciudad que ha sido destruida y humillada, este texto supone una meditación sobre la verdadera transfiguración que supondrá para la ciudad de YHWH, que en ella se congreguen los justos de su pueblo y de las naciones en el día de Dios.”

Anne Marie Pelletier, 
Isaías, en Comentario Bíblico Internacional, Ed. Verbo Divino 
(fuente: www.radiomaria.org.ar)

¿Quiénes son los magos?

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La hazaña realizada por «unos magos de oriente» ha ilusionado y sigue ilusionando la fantasía popular, sigue alimentando la imaginación de pequeños y grandes y esto a pesar de que en la hora técnica y la informática muchos sueños se han venido abajo. «El relato es una leyenda escueta y sobria que no sigue las leyes de la verosimilitud histórica. Esto lo muestran las preguntas desesperadas de los exegetas» (U. Luz, bibl., 159). El análisis del relato nos llevará a descubrir, por una parte, una inverosimilitud radical histórica, y por otra, el profundo contenido teológico de la narración dentro del contexto del evangelio mateano de la Infancia.

Prescindiendo de los adornos folclóricos y legendarios debemos hacer unas preguntas que nos ayudan a profundizar en el significado de la escena narrada:

- ¿Quiénes son los magos?
-¿De dónde eran?
-¿Cuántos eran?
-¿Cómo se llamaban?
-¿Qué clase de astro era la estrella?

Entrevistas en Jerusalén, llegada a Belén, entrada en la casa donde estaba el niño. Un escenario variopinto en el que se desarrolla un «drama» lleno de movimiento y vida.

a) ¿Quiénes son los magos?
Por Herodoto (1,101) y otros historiadores sabemos que los «magos» (magos=magus; megas-magnus) constituían entre los persas y medos una casta sacerdotal muy prestigiosa, dedicada a la adivinación, a la interpretación de los sueños, al estudio de la astrología y la medicina (Herodoto VII,37). Cfr. Jer 39,13; Dan 1,20; 2,2,10,17; Is 47,13. En Hech 13,6,8 se llama mago al pseudoprofeta judío Barjesús o Elimas, con un sentido peyorativo. Mateo considera a los magos como personas doctas y sabias y expertos en astronomía. La iconografía cristiana de los primeros siglos los representa cubiertos con el gorro frigio, como los sacerdotes persas: así en las pinturas de Santa Priscila en Roma (principios del Siglo II) o en el frontispicio de la basílica constantiniana de Belén (s. IV). ¿Por qué la tradición popular habla de «reyes magos»? Podría deberse a la relectura del salmo 72,9-11: «que los reyes de Tarsis y de las islas le paguen tributo, que los reyes de Saba y Arabia le ofrezcan sus dones». ¿El título de reyes se les comenzó a dar en el siglo VI? y que el arte no recogió entre sus motivos hasta el siglo VIII. Según la leyenda que se remonta al siglo XI, los restos mortales de los reyes magos fueron llevados a Constantinopla por Santa Elena. De allí, después de la conquista de Milán por Federico 1 Barbarroja, el canciller Reinaldo de Dassel los trasladó a Colonia donde descansan en un altar magníficamente esmaltado; en 1903 el cardenal de Colonia devolvió a Milán parte de las reliquias como regalo al cardenal de esta ciudad.

b) ¿De dónde eran?
El texto habla de oriente: ¿Persia, Caldea, Arabia? Los pintores y mosacistas de Roma y Palestina aluden a Persia; en favor de Arabia está la «expresión del oriente» que en la geografía de la época designa más bien la región de Arabia, sin duda porque las caravanas entraban por Moab y el Jordán; Mesopotamia estaba más al norte. La naturaleza de los regalos se identifica mejor con los productos de Arabia. Los Padres se inclinan tanto por un país como por el otro.

c) ¿Cuántos eran?
El texto habla únicamente de «magos». Las Iglesias que determinan el número lo hacen por razones místicas. El número varía en las distintas Iglesias, siempre apoyadas en conjeturas y suposiciones: los sirios y armenios cuentan hasta doce; la Iglesia latina se contenta con tres, con una excepción: en el fresco de San Pietro e Marcellino (s. III) y en el de Santa Domitila, en el primero se representan dos y en el segundo cuatro (¿razones de simetría?); el número tres puede relacionarse con los tres dones que ofrecen y cada mago lleva uno en su mano.

d) ¿Cómo se llamaban?
Encontramos por primera vez los nombres de los magos en un manuscrito del siglo VII o de principios del VIII conservado en la Biblioteca de París: Bithisarea, Melchior, Gathaspa. Los nombres populares: Gaspar, Melchor, Baltasar son de Agnelo, historiador del siglo IX, en su Lider Pontificalis Ecclesiae Ravennatis. Desde el siglo XII se les representa en el arte cristiano según las tres edades del hombre, o según las tres cabezas del linaje humano después del diluvio: Melchor, de color gris y con luenga barba, representante de la raza de Jafet (Europa), ofrece el oro; Gaspar, joven y rubio, representante de los semitas (Asia), ofrece el incienso; Baltasar, negro y con barba llena, representante de los camitas (Africa), ofrece la mirra.

e) ¿Qué clase de astro era la estrella?
Un tema bien conocido en la historiografía antigua es la creencia de que las estrellas presiden la vida de un soberano importante. Existe afinidad con textos importantes, bíblico-judíos en los que se alude metafóricamente al Mesías como a una estrella (Núm 24,17; TestJud 2 4,1). Entre los lugares paralelos no judíos, Suetonio habla de un corneta aparecido en el nacimiento de Mitrídates y en el episodio de Nerón. La aparición de cometas y otros fenómenos luminosos son frecuentes en la antigüedad con ocasión del nacimiento de personajes relevantes. ¿Pensaron los lectores cristianos en la profecía de Balaán sobre la estrella de Jacob? La historia de la exégesis así parece confirmarlo (U. Luz, bibl. 158). Como señal de que ha nacido un competidor político, la aparición de la estrella del nacimiento despierta angustiosa preocupación en Herodes (2,7). La estrella va delante para indicar a los Magos el camino (2,9). Se han dado diversas explicaciones del fenómeno de la estrella: -Una «supernova», de la que no existen documentos de la época. -Un cometa, pero no el cometa Halley del año 12/11 a.C. que llegó demasiado pronto para el nacimiento de Jesús. Más en serio hay que tomar un cometa (¿o una nova?) atestiguado por astrónomos chinos para el año 5/4 a.C. -La conjunción de Júpiter y Saturno, que se produjo tres veces al año 7/6 a.C. llamó la atención y fue predicada por astrónomos babilónicos. Pero nunca se aproximaron lo suficiente para verlos como un solo astro. La historicidad de la estrella queda descartada: nada en el relato insinúa el más mínimo indicio de núcleo histórico; en cambio las numerosas tradiciones paralelas en la historia de las religiones hacen más comprensible la elaboración del relato (U. Luz, ob. cit. 159-160).

f) Después de las entrevistas en Jerusalén, llegan a Belén, entran en la casa donde estaba el niño con María, su madre, y, «cayendo en tierra, lo adoraron; después, abriendo sus cofres le ofrecieron presentes de oro, incienso y mirra». La «prokynesis» (=adoración) sugiere la orientación cristológica de todo el evangelio de la Infancia de Mateo. A los dones ofrecidos se les ha dado un sentido tanto cristológico como parenético-ascético.

g) Análisis y significado del relato (2,1-12).
Anton Vógtle, en un exhaustivo y aleccionador artículo, titulado «Qué significa "Interpretación de la Escritura"», hace un análisis que nos orienta claramente en la comprensión del relato: -Hay poco o nulo interés por los datos cronológicos y topográficos. -Gran importancia tienen algunos rasgos que, desde el punto de vista histórico-psicológico y también teológico, aparecen como extraños y altamente problemáticos. -Ejemplos: el dato de que «toda Jerusalén» se turbó con el rey Herodes al oír la noticia de la llegada de los magos y al enterarse de lo que habían preguntado (2,3); según esto su mensaje solamente ha causado grave confusión, pero no ha despertado la menor expectación ni interés por el nacimiento y la identidad del niño que se suponía ser el Mesías. La manera como Herodes trata a los magos, mandándoles hacia Belén sin vigilancia alguna, aunque sabe que sólo con su ayuda podrá enterarse del paradero del niño buscado. Además, el caprichoso y funesto proceder de la estrella, que siendo estrella prodigiosa -ya que solamente una estrella semejante podía indicar a los magos en Belén la casa de la que en Jerusalén no se tenía noticia- hubiese podido conducir a los magos a Belén, llevándoles directamente al niño que buscaban. Las cosas hubiesen sucedido de otra manera si Herodes hubiese hecho seguir a los magos en su visita a Belén. Hubiera tenido noticia inmediata de su hallazgo y hubiera podido actuar sin perder tiempo. Estas posturas claramente absurdas y sin sentido, y otras más, indican que nos hallamos ante un relato artificial, sobre el fondo de la tradición de Jacob y de Moisés formada en el sentido de la haggada, para describir el destino del niño Mesías:

La llamada de los Magos no anuncia sólo un salvador, sino más bien el Salvador de los paganos y pecadores; llamada que está en abierta oposición al obstruccionismo de la autoridad judía. El relato es una clara condena de su inexplicable incredulidad. El episodio es una profecía sobre el giro que tomarán los acontecimientos: los paganos ocuparán el puesto de los judíos (Mt 8,11-12; 28,18).

BIBL. – HAAG-AusEJo, Diccionario de la Biblia, Voces «Magos» y Estrella de Belén, Barcelona, 1963; A. VÓGTLE, ¿Que significa «Interpretación de la Escritura»?, en «Varios», La Interpretación de la Biblia, Barcelona 1970, 27-72; E. BROwM, El nacimiento del Mesías. Comentario a los relatos de la Infancia, Madrid, 1982; H. J. Rirz; Estrella (asper), en H. BALZ, Diccionario exegético del Nuevo Testamento (DENT), vol. 1., Salamanca, 1996, 522-524.

escrito por Carlos de Vlllapadierna
(fuente: www.mercaba.org)

Navidad y Epifanía del Señor; dos fiestas muy ligadas

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I. Navidad

Inicialmente las dos fiestas, navidad y epifanía, constituían una sola fiesta con un único objeto: la encarnación del Verbo, celebrada no obstante con acentuaciones, bajo una denominación y en fechas diferentes en Oriente y en Occidente: aquí, el 25 de diciembre, como fiesta de navidad; allí, el 6 de enero, como fiesta de epifanía. La distinción en dos fiestas de contenido diverso se produce entre finales del s. lv y comienzos del v.

1. LA HISTORIA DE I.A FIESTA DE NAVIDAD. Hacia el año 336 tenemos noticia de una fiesta de navidad en Roma, donde se celebraba el 25 de diciembre. Por san Agustín sabemos que también en Africa, poco más o menos por aquel mismo tiempo, se celebraba en la misma fecha la navidad. Hacia fines del s. IV, la fiesta está ya establecida en el norte de Italia, y se la considera entre las grandes solemnidades; así también en España. En el mismo período, como llegamos a saber por un discurso de san Juan Crisóstomo, también en Antioquía se celebraba la navidad el 25 de diciembre como fiesta venida de Roma, pero distinta de la epifanía, celebrada el 6 de enero.

2. Los ORÍGENES DE LA FIESTA DE NAVIDAD. Al surgimiento de la celebración de navidad han contribuido diversas causas. El 25 de diciembre, evidentemente, no es la fecha histórica del nacimiento de Jesús, sino que se escogió en la tentativa, por parte de la iglesia de Roma, de suplantar la fiesta pagana del Natalis (solis) invicti. El culto al sol estaba muy en boga en-aquel período de paganismo decadente, y en el solsticio de invierno se hacían solemnes celebraciones. Para alejar a los fieles de estas fiestas idolátricas, la iglesia hizo un llamamiento a los cristianos a fin de que recordaran el nacimiento de Cristo, verdadera luz que ilumina a todo hombre. Las grandes herejías cristológicas de los ss. Iv y v y la celebración de los cuatro concilios ecuménicos de Nicea, Efeso, Calcedonia y Constantinopla hicieron de la navidad, sobre todo por obra de san León Magno, la ocasión para afirmar la auténtica fe en el misterio de la encarnación.

3. LA ESTRUCTURA DEL TIEMPO DE NAVIDAD. La reforma litúrgica del Vat. II ha conservado sustancialmente el planteamiento anterior del tiempo de navidad; sin embargo, lo ha enriquecido notablemente con textos y también con algunas celebraciones, como, por ejemplo, la misa vespertina de la vigilia; la recuperación de la celebración de la maternidad divina de María en la octava de navidad, según la tradición antigua; un mayor relieve dado al misterio del bautismo de Jesús, celebrado el domingo después de epifanía; la fiesta de la Sagrada Familia, trasladada al domingo después de navidad. El tiempo de navidad, por lo demás, comprende desde las primeras vísperas de la natividad del Señor hasta el domingo después de epifanía inclusive, o sea, hasta el domingo después del 6 de enero (Normas universales sobre el año litúrgico y sobre el calendario 32-38).

4. LA TEOLOGÍA DE LA CELEBRACIÓN DE NAVIDAD. La realidad celebrada en la solemnidad de navidad, la venida del Hijo de Dios en carne, se concreta en el nacimiento de Jesús de las entrañas de María y en los acontecimientos de su infancia. La expresión natale Domini expresa el carácter histórico y concreto de esta fiesta. La celebración de la navidad no se detiene, sin embargo, en el hecho histórico, sino que de éste se remonta a su verdadero fundamento, el misterio de la encarnación.

a) Navidad, misterio de salvación. Aunque san Agustín no consideraba que la celebración de la navidad fuera un sacramento [-> Misterio] como la pascua, sino una simple memoria entendida como aniversario el papa san León Magno dio a esta solemnidad su verdadero fundamento teológico. Él habla del "misterio de la natividad de Cristo" (sacramentum nativitatis Christi) para indicar el valor salvífico del acontecimiento. Las páginas del evangelio y de los profetas que anuncian este misterio —dice san León— "nos enfervorizan y nos enseñan de tal manera que no sólo recordamos el nacimiento del Señor, por el cual el Verbo se hizo carne (Jn 1,14), sino que podría decirse que lo contemplamos presente"', por lo que "la fiesta de hoy, del nacimiento de Jesús de la Virgen María, renueva para nosotros los comienzos sagrados"°. Sin embargo, hay que tener presente que si navidad es sacramento de salvación, no es la celebración de la pascua. Hace presente el punto de partida de cuanto se realizó en la carne de Cristo para nuestra salvación.

b) La encarnación del Verbo. Para comprender mejor el contenido de las solemnidades natalicias, es preciso recordar el sentido originario de la celebración expresado en la fórmula "manifestación del Señor en la carne". Con san León Magno —el papa del concilio de Calcedonia—navidad se convirtió en la celebración del misterio de la encarnación según la fe de la iglesia contra toda interpretación errónea, gnóstica, arriana, docetista, maniquea o monofisita. Los textos de la liturgia actual están todavía llenos de las expresiones dogmáticas que precisan la fe en el misterio de la encarnación.

c) El admirable intercambio entre la divinidad v la humanidad. El tema del intercambio admirable de "Dios que se ha hecho hombre para que el hombre llegara a ser Dios"' está en el centro de toda la rica liturgia romana de navidad. El primer acto de este intercambio se obra en la humanidad de Cristo: el Verbo asumió lo que era nuestro para darnos lo que era suyo. El segundo acto del intercambio consiste en nuestra real e íntima participación en la naturaleza divina del Verbo: el Salvador del mundo, que ha nacido hoy, nos ha reengendrado como hijos de Dios.

d) Navidad en la perspectiva de la pascua. La profundización bíblico-teológica en el misterio de Cristo ha hecho descubrir la orientación pascual del misterio de la encarnación. El Hijo de Dios toma un cuerpo para ofrecerse al Padre con un sacrificio existencial y personal (cf Heb 10,5-10). Detrás de los dos días festivos de pascua y de navidad hay una sola perspectiva de fondo: la exaltación del Señor. No se trata sólo y primariamente de una sucesión histórica de los acontecimientos de Belén y de Jerusalén, sino de aquella inteligencia de Cristo por parte de la iglesia que ha recibido su sello en la enseñanza del Vat. II

En esta visión teológica, navidad se ve también como el principio de la iglesia y de la solidaridad de todos los hombres. La generación de Cristo —afirma san León Magno— es el origen del pueblo cristiano: el nacimiento de la cabeza es también el nacimiento del cuerpo'. Además, con la encarnación el Hijo de Dios se ha unido en cierto modo a todo hombre (cf GS 22). En fin, navidad es también misterio de renovación del cosmos: el Verbo asume en sí toda la creación para levantarla de su caída y para reintegrar el universo en el designio del Padre (segundo prefacio de navidad).

5. LA ESPIRITUALIDAD DE NAVIDAD. El misterio de la navidad no nos ofrece sólo un modelo para la imitación en la humildad y pobreza del Señor que yace en el pesebre, sino que nos da la gracia de ser semejantes a él. La manifestación del Señor conduce al hombre a la participación en la vida divina. La espiritualidad de la navidad es la espiritualidad de la adopción como hijos de Dios. Esto debe acontecer no por una imitación de Cristo desde fuera, sino en el vivir a Cristo que está en nosotros y en manifestarle a él, virgen, pobre, humilde, obediente. San León Magno invita al cristiano a reconocer la propia dignidad a fin de que, hecho partícipe de la naturaleza divina, no quiera volver a la abyección de otro tiempo con una conducta indigna.

En fin, puesto que Dios nos hace hijos suyos en Cristo, injertándonos como miembros en el cuerpo de la iglesia, la gracia de navidad exige como respuesta una vida de comunión fraterna.

La pastoral deberá valorar la celebración navideña para formar a los fieles en la auténtica fe en Cristo, que no puede, sin embargo, separarse de la auténtica visión del hombre, porque "el misterio del hombre sólo se esclarece en el misterio del Verbo encarnado" (GS 22). Navidad, hoy, deberá celebrarse también como la gran fiesta del hombre. En efecto, Cristo, "el nuevo Adán, en la misma revelación del misterio del Padre y de su amor, manifiesta plenamente el hombre al propio hombre y le descubre la sublimidad de su vocación" (GS 22).


II. Epifanía

El término griego epifanía o teofanía tiene el significado de autonotificación, entrada poderosa en la notoriedad, y se refería a la llegada de un rey o de un emperador. Sin embargo, el mismo término servía también para indicar la aparición de una divinidad o una intervención prodigiosa de ella. No es de extrañar que en Oriente se haya dado el nombre de epifanía a la fiesta del nacimiento del Señor, a su aparición en la carne.

1. HISTORIA DE LA FIESTA DE EPIFANÍA. Ya en el s. II se tiene noticia de una fiesta cristiana, celebrada por las sectas gnósticas el 6 de enero, con la que se conmemoraba el bautismo de Jesús. En la segunda mitad del s. iv, Epifanio da la primera noticia de la fiesta ortodoxa de la epifanía, entendida como celebración de la venida del Señor, o sea, su nacimiento humano y su encarnación perfecta. En tiempos de Juan Crisóstomo, la fiesta se celebra en Antioquía y en Egipto, y tiene por objeto el nacimiento y el bautismo de Cristo. Cuando la fiesta de epifanía entró en Occidente cambió de significado, celebrando la "revelación de Jesús al mundo pagano" con su prototipo en la venida de los magos a Belén para adorar al Redentor recién nacido. A este episodio se unía también el recuerdo del bautismo de Jesús y su primer milagro en Caná. Cuando navidad entró en Oriente, rompió el significado primitivo de la epifanía, que pasó a ser prevalentemente la fiesta del bautismo de Jesús.

La ocasión del surgimiento de la fiesta de epifanía en Oriente no es muy diversa de aquella por la que surgió navidad en Occidente. Los paganos celebraban también en Oriente, y particularmente en Egipto, la fiesta del solsticio invernal. Los cristianos, trece días después del 25 de diciembre, cuando el aumento de la luz es más visible, el día 6 de enero celebraban la navidad para evidenciar que Jesús al nacer aquel día demostraba ser la verdadera luz.

2. EL OBJETO DE LA ACTUAL CELEBRACIÓN DE EPIFANÍA. Al aceptar la epifanía de Oriente, la mayor parte de las iglesias occidentales se propusieron celebrar principalmente la venida de los magos, vistos como primicias de los gentiles, con la consiguiente manifestación de Jesús como Señor de todos los pueblos. De este modo en Occidente se distinguió netamente el objeto de la celebración de las dos fiestas: el nacimiento de Cristo, en navidad; el homenaje de las naciones, en epifanía. El misterio, después de la reforma litúrgica del Vat. II, está bien expresado y sintetizado por el embolismo del prefacio: "Hoy has revelado en Cristo, para luz de los pueblos, el verdadero misterio de nuestra salvación; pues al manifestarse Cristo en nuestra carne mortal nos hiciste partícipes de la gloria de su inmortalidad".

Todo el formulario litúrgico, tanto del misal como de la liturgia de las Horas, pone de manifiesto la universalidad de la salvación en Cristo; el misterio esponsal de Cristo que se une a su iglesia para purificarla y santificarla; el misterio de la iglesia misionera, signo elevado sobre los pueblos para reunir a los hijos de Dios dispersos.

Entra en el conjunto de las fiestas de epifanía tanto la celebración del bautismo de Jesús (domingo después de epifanía) como la fiesta de la presentación del Señor en el templo (2 de febrero) [-> Procesiones, II, 1].

escrito por A. Bergamini 
(fuente: www.mercaba.org)
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